viernes, 14 de diciembre de 2012

Cine estadounidense de la última década II


El cine de la última década, necesitado de tácticas llamativas para llenar sus salas se ha entregado a las grandes catástrofes, la ciencia ficción más vacua, y los rimbombantes remakes de éxitos de cine de género. Casi todos los superhéroes de comic han conocido su trasposición a la pantalla y las grandes épicas de la recreación histórica se han visto plasmadas en las salas de cine. Los extraterrestres nos han visitado insistentemente y el artificio y el fuego artificial se han impuesto a la calidad cinematográfica en demasiadas ocasiones. Por contra géneros como el western, el musical o el cine negro prácticamente han desaparecido, dando paso a complejos y abigarrados thrillers y a continuos biopics.
            La ciencia ficción ha manejado títulos tan significativos como “Avatar, 2009” del experto en taquillazos James Cameron, reivindicación pretendidamente ecologista, plagada de color y tecnología, que se exhibe en tres dimensiones y que esconde un guión de lo más rutinario. El género ha ofrecido pocas atracciones y cabe destacar “A. I. Inteligencia artifical, 2001“ y “Minority report, 2002“ ambas de Steven Spielberg, con dos sólidos guiones. Por lo demás las fallidas “Misión a Marte, 2000“ de Brian De Palma o “Solaris, 2002“ de Steven Sorderbergh evidencian el deterioro a que ha llegado el género.
            Desde Spiderman al Capitán América, pasando por Batman, Lobezno, Daredevil, Tintín, Hellboy o Hulk, casi todos los superhéroes clásicos han llegado a la pantalla. Apenas “X-men, 2000“, de Bryan Singer y “El caballero oscuro, 2008“, de Chistopher Nolan merecen una mención. El paroxismo de las adaptaciones de cómic lo encontramos en la gratuitamente violenta y descarnada “Sin City, 2005” que codirigen Robert Rodríguez y Frank Miller, el propio autor del comic. En el reverso de estas producciones y buceando en la mítica del lector de comic que llega a convertirse en su protagonista se sitúa la excelente “American Splendor, 2003” de Shari Springer Berman y Robert Pulcini, con un fenomenal Paul Giamatti.
 
            En el capítulo de grandes recreaciones históricas han alcanzado gran predicamento las mediocres “Alejandro Magno, 2004“, de Oliver Stone, “300, 2007” de Zack Snyder y “Troya, 2004“ de Wolfgang Petersen. Mejor pulso narrativo y mayor atractivo ofrecen “Gladiator, 2000“ y “El reino de los cielos, 2005“ ambas del gran Ridley Scott.
            Por lo que respecta a remakes de películas de aventuras o ficción han prodigado unos cuantos realmente desafortunados como “Ultimátum a la tierra, 2008“, de Scott Derrickson, “La guerra de los mundos, 2005” de Steven Spielberg o “El planeta de los simios, 2001“, de Tim Burton. Decepcionante por más que espectacular resulta el “King Kong, 2005“, del neozelandés Peter Jackson.
            En este género de la superproducción aventurera pocos filmes han aunado espectacularidad y calidad. Las continuas adaptaciones de las novelas de Harry Potter son un claro ejemplo de vacuidad. Sin embargo Peter Jackson adapta a la pantalla la trilogía de “El señor de los anillos” de J.R.R. Tolkien alumbrando tres obras maestras como son “La Comunidad del Anillo, 2001“, “Las dos Torres, 2002“ y “El retorno del rey, 2003“. Los filmes captan a la perfección el espíritu de la novela, y apoyadas en un sólido guión, una grandiosa puesta en escena y unas interpretaciones ajustadas se han convertido en un clásico moderno.

            El cine de aventuras ha mostrado su profunda falta de ideas, su agotamiento temático y el uso reiterativo de recursos de puesta en escena y temas. Baste citar la saga de “Piratas del Caribe” para evidenciarlo. Pero de todo este caldo de cultivo emergen en ocasiones filmes excepcionales como ocurre con “Master and Commander: Al otro lado del mundo, 2003” de Peter Weir y con un sensacional Russell Crowe. También cabe citar la entretenida “Apocalypto, 2006” de Mel Gibson.
            En el ámbito del cine de acción han proliferado múltiples películas, entre ellas el renacer de la serie de James Bond, la del agente de la CIA Jack Ryan, creado por Tom Clancy y la misión imposible de Ethan Hunt. Sin duda la que mayor nervio narrativo e interés ha tenido es la del agente de la CIA creado por Robert Ludlum Jason Bourne, a través de “El caso Bourne, 2002“, de Doug Liman, “El mito de Bourne, 2004“ y “El ultimátum de Bourne, 2007“ ambas de Peter Greengrass.

            La última década debía ser la de los directores de la generación de los 90, integrada por Tim Burton, Quentin Tarantino, Joel y Ethan Coen, Steven Sorderbergh y Gus Van Sant, si bien sus resultados han sido dispares y en general, irregulares. Tim Burton, plasmará en sus filmes su personal universo figurativo, con su gusto por los temas fantásticos, los cuales sujeta a un desmesurado barroquismo formal, a lo largo de “Big Fish, 2003”, “Charlie y la fábrica de chocolate, 2005”, “La novia cadáver, 2005” o “Sombras tenebrosas, 2012”. En conjunto podemos decir que su obra no ha cuajado. Quentin Tarantino, que fue el gran animador del cine estadounidense en la década anterior nos entregó, con su personal gusto por la violencia, “Kill Bill: Volumen 1, 2003”, “Kill Bill: Volumen 2, 2004”, “Death Proof, 2007” y “Malditos bastardos, 2009”, películas de notable interés.                   
       Joel y Ethan Coen polarizan siempre una atracción sobre su cine que se antoja excesiva a la vista de sus resultados. Con “O Brother!, 2000“ firman una de sus más personales obras, a las que siguen la premiada “El hombre que nunca estuvo allí, 2001“, la irregular “Crueldad intolerable, 2003“, las discretas “Ladykillers, 2004“, “Quemar después de leer, 2008“ y “Un tipo serio, 2009“, la brillante “No es país para viejos, 2007“ adaptación de la novela de Cormac McCarthy y el esforzado remakeValor de ley, 2010“ con un estupendo Jeff Bridges.
            Steven Sorderbergh ha combinado como nadie el cine comercial con el de autor. Películas como “El buen alemán, 2006“, o la saga que inicia con “Oceans Eleven (Hagan juego), 2001” contrastan con filmes de gran factura como “Traffic, 2000”, “Erin Brockovich, 2000” o “Che: El argentino, 2008”, precisa incursión en la figura del mítico guerrillero, perfectamente encarnado por Benicio del Toro.
            Gus Van Sant es sin duda el autor más polémico de su generación, el que más controversia ha generado con su cine, y del que más ha sido puesto en entredicho su talento. Baste recordar sus filmes “Mala noche, 1985“, “Drugstore cowboy, 1989“ o “Mi idaho privado, 1991“. Sus personales filmes “Descubriendo a Forrester, 2000“, “Elephant, 2003“, sobre la masacre ocurrida en el instituto Columbine, “Last days, 2005”  inspirada en los últimos días del grupo de rock Nirvana, “Paranoid Park, 2007“ o “Mi nombre es Harvey Milk, 2008“ biografía del activista político homosexual, causan igual adhesión que rechazo, pero siempre resultan convulsas e interesantes.

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