viernes, 28 de diciembre de 2012

Cine estadounidense de la última década IV


            Una última reseña merecen los directores James Gray, autor de las efectivas “Two lovers, 2008“ y “La noche es nuestra, 2007”, el independiente Spike Jonze, autor de “Adaptation (El ladrón de orquídeas), 2002” y de “I’m here, 2010”, David O. Russell, autor de “The fighter, 2010“, Ben Affleck, que se pasa tras la cámara para adaptar a Dennis Lehane en “Adiós pequeña, adiós, 2007”, a Chuck Hogan en “The Town (Ciudad de Ladrones), 2010” y dirigir la estimable “Argo, 2012” y Richard Linklater, autor de “Waking life, 2001” y de “Antes del atardecer, 2004” retomando la historia iniciada diez años antes. Otras muchas cintas han apelado al interés de sus historias sin abandonar la senda comercial como “V de Vendetta, 2006” de James McTeigue, “Drive, 2011” de Nicolas Winding Refn, “El ilusionista, 2006“ de Neil Burger, “Historia de un crimen, 2006“ de Douglas McGrath, sobre la gestación de la novela de Truman Capote “A sangre fría”, “Una historia de Brooklyn, 2005” de Noah Baumbach, “La carretera, 2009“ de John Hillcoat adaptando el apocalíptico relato de Cormac McCarthy, “Quills, 2000“ de Philip Kaufman, “La duda, 2008“ de John Patrick Shanley, “El velo pintado, 2006“ de John Curran, “Training day, 2010“ de Antoine Fuqua, “En la habitación, 2001“ de Todd Field, “Monster Ball, 2001“ de Marc Forster o “Los Tenenbaums. Una familia de genios, 2001” de Wes Anderson.
            En el ámbito del cine documental han proliferado muchísimas producciones de calidad de los más variados temas. En el espectro de la sátira política y económica aparece la enorme figura de Michael Moore, quién a través de “Bowling for Columbine, 2002“, “Fahrenheit 9/11, 2004“, o “Sicko, 2007” pone el dedo en la llaga sobre la venta de armas en Estados Unidos, el negocio de la guerra y la democracia o la búsqueda sin escrúpulos del negocio en el sistema sanitario. Con menor suerte Davis Guggenheim dirige “Una verdad incómoda, 2006” donde Al Gore denuncia la deriva del cambio climático. También el feroz Errol Morris dirige el espléndido documental “Rumores de guerra, 2003” y “S.O.P: Standard Operating Procedure, 2008” sobre las torturas en la prisión de Abu Ghraib y “Tabloid, 2010”. Asimismo cabe citar el lúcido “Super Size Me, 2004” de Morgan Spurlock, que denuncia la influencia nociva de la comida basura, “Capturing the Friedmans, 2003“, de Andrew Jarecki, “The Betrayal, 2008” de Ellen Kuras y Thavisouk Phrasavath, “Autism: The musical, 2007” de Tricia Regan, y el espeluznante “The Greatest Silence. Rape in Congo, 2007” de Lisa F. Jackson sobre el uso de la violación como arma de guerra en el Congo.

            Por lo que respecta a la aportación de los extranjeros, cabe decir que han arribado a Hollywood cineastas de las más variadas nacionalidades en busca del dinero que las grandes productoras ofrecen como aval ante el mínimo atisbo de éxito. Especial consideración merece el trasvase de autores británicos, que saltan a un lado y otro del Atlántico con suma facilidad, generalmente tras haber realizado algún filme notorio. Stephen Daldry dirigirá “Las horas, 2002” emotiva historia de mujeres que no redondea, y “The reader (El lector), 2008” con una ajustada Kate Winslet. San Mendes dirige la efectista “Camino a la perdición, 2002”, la fría y áspera “Revolutionary Road, 2008” y “Skyfall, 2012” filme de la franquicia de James Bond. Danny Boyle entregará “127 horas, 2010”, Anthony Minghella la convencional “Cold Mountain, 2003” y Paul Greengrass “United 93, 2006”. Podemos terminar la referencia a la aportación anglosajona citando al gran David Cronenberg, que tras dirigir en Canadá “Spider, 2002”, entregará la inquietante “Una historia de violencia, 2005” y la coproducción británica “Promesas del Este, 2007”, extraordinaria película con unos soberbios Viggo Mortensen y Naomi Watts.
            Entre los directores nórdicos cabe resaltar a Lasse Hallstrom, autor irregular que firma la destacable “Las normas de la casa de la sidra, 2000”, adaptando a John Irving y a la danesa Susanne Bier que dirige la absorbente “Cosas que perdimos en el fuego, 2007. El francés Michel Gondry entregará “¡Olvidate de mí!, 2004” singular historia de amor con un  sólido guión de Charlie Kaufman.
            De la aportación de los asiáticos debemos destacar a Ang Lee, autor de la oscarizada “Brokeback mountain (En terreno vedado),  2005”. Reseña especial merece el mexicano Alejandro González Iñárritu, quién en colaboración con el guionista Guillermo Arriaga será autor de la magnífica “21 gramos, 2003” y de la sorprendente “Babel, 2006”.

 

viernes, 21 de diciembre de 2012

Cine estadounidense de la última década III

De entre los géneros tradicionales del cine estadounidense tan solo la comedia ha mantenido su popularidad, si bien no podemos decir lo mismo del mantenimiento de su calidad. Cómicos como Jim Carrey, Adam Sandler, Ben Stiller, Will Smith, Eddie Murphy, Rob Schneider, Ashton Kutcher, Reese Whiterspoon, Jennifer Aniston, Cameron Díaz, Sandra Bullock o Anne Hathaway han sido los protagonistas de las más populares, sin que ninguna pueda salvarse de la mediocridad. La irrelevancia en la década de directores como Kevin Smith o Todd Haynes ha agudizado el problema de la calidad creativa del género. Comedias modestas e irreverentes como “Pequeña Miss Sunshine, 2006“, de Jonathan Dayton y Valerie Faris, “Entre copas, 2004” o “Los descendientes, 2011”, ambas de Alexander Payne, “Juno, 2007“ y “Up in the air, 2009“ ambas de Jason Reitman, “Lost in translation, 2003” de Sofia Coppola, “Algo en común, 2004” de Zach Braff o “Flores rotas, 2005” de Jim Jarmusch, pueden ser destacadas entre lo mejor del género.
La comedia musical ha dejado algunas obras de calado, como el alambicado y perfeccionista “Chicago, 2002” de Rob Marshall, la efectista “Molin Rouge, 2001” de Baz Luhrmann y la rutinaria “Across the Universe, 2007” de Julie Taymor
En el género de terror destacan una serie de obras como la excelente “The ring, 2002“, de Gore Verbinski, versión de la película japonesa de Koji Suzuki, “Las milla verde, 1999“, de Frank Darabont o “Paranormal activity, 2007” de Oren Peli. Pero será M. Night Shyamalan quién efectuará la mayor aportación al género, como abordaremos más adelante. Sin embargo el gran éxito de público recaerá en la saga “Crepúsculo, 2008“, de Catherine Hardwicke, historia vampírica para adolescentes donde prima la estética de sus protagonistas sobre cualquier elemento de naturaleza cinematográfica.
Ante la escasez de alternativas que ofrece el cine comercial de la década, los filmes de interés debemos buscarlos en las producciones de una serie de directores jóvenes que parecen tomar el relevo de los grandes maestros y de la generación de los noventa, renovando las temáticas y aportando una nueva mirada crítica al cine del nuevo siglo. Puede citarse a  Paul Thomas Anderson, David Fincher, Darren Aronofsky, M. Night Shyamalan y Christopher Nolan.
Paul Thomas Anderson, que había deslumbrado con “Magnolia, 1999”, es un director de gran potencia narrativa que ha firmado “Punch Drunk Love, 2002”, la excesivamente barroca “Pozos de ambición, 2007” y la magnética “The Master, 2012”. David Fincher, autor de “Seven, 1995” entregará la minuciosa “Zodiac, 2007”, la irregular “El curioso caso de Benjamin Button, 2008”, la entretenida “La red social, 2010” sobre el surgimiento de la red social facebook, y la versión estadounidense de “Millenium: los hombres que no amaban a las mujeres, 2011”, adaptando la exitosa novela de Stieg Larsson. Darren Aronofsky es un director visceral que bucea en personajes atormentados como en su brillante “Requiem por un sueño, 2000”, en “El luchador, 2008” y en su efectista “Cisne negro, 2010”
M. Night Shyamalan emerge como una gran figura creadora del cine de terror y fantástico con “El sexto sentido, 1999”, y continúa con sus creaciones minimalistas que forjan el suspense con elementos cotidianos y nunca estridentes con “El protegido, 2000”, “El bosque, 2004” y “El incidente, 2008” entre las que intercala las inferiores “Señales, 2002” y “La joven del agua, 2006”. Por su parte el inglés Christopher Nolan, además de renovar con talento la saga del superhéroe Batman firmará el desasosegante thrillerMemento, 2000”, el interesante “Insomnio, 2002”, la decepcionante historia de magos “El truco final (El prestigio), 2006” y el estimulante thriller surrealista “Origen, 2010”.
Junto a ellos otros autores han proyectado filmes donde se intenta que prime la calidad del guión y la fuerza de la historia que pretende contar sobre los elementos espectaculares. Paul Haggis, guionista de Million dollar baby, intenta recrear el mosaico de tensiones de Los Ángeles en la fallida “Crash (Colisión), 2004”, para entrar de lleno en la ocultación interesada que conlleva la participación militar en la guerra de Irak con “En el valle de Elah, 2007“, senda de tibia crítica política que también puede apreciarse en “El buen pastor, 2006“ de Robert de Niro, “Syriana, 2005“ de Stephen Gaghan, “El señor de la guerra, 2005“ de Andrew Niccol, “Leones por corderos, 2007“ de Robert Redford y “Los idus de marzo, 2011“ de George Clooney. Clooney ha dirigido asimismo “Confesiones de una mente peligrosa, 2002” y el sobrio alegato anti-mccarthyBuenas noches y buena suerte, 2005“. Igualmente ha protagonizado la oscura “Michael Clayton, 2007” de Tony Gilroy. En esta serie de películas puede incluirse la atractiva “El desafío: Frost contra Nixon, 2008“, de Ron Howard y la fría “Munich, 2005” de Steven Spielberg. No obstante, la producción hollywoodiense siempre conlleva una reivindicación de los valores militares como se encarga de evidenciar “En tierra hostil, 2008“, de Kathryn Bigelow, tensa historia de una unidad de élite de artificieros que resultó oscarizada.
El cine comercial también ha recurrido de forma continua a las biografías, alguna de las cuales rezuman interés. Entre ellas cabe citar “Una mente maravillosa, 2001“, biopic del matemático John Forbes Nash y “Cinderella man. El hombre que no se dejó tumbar, 2005” biografía del boxeador Jim Braddock, ambas de Ron Howard, que no fue capaz de aportar el pulso necesario a “El código Da Vinci, 2006” mediocre recreación cinematográfica del bestseller de Dan Brown. Merece una mención Michael Mann, con su biografía de “Ali, 2001”, previa  a su aclamada aunque discreta “Collateral, 2004”, Julian Schnabel, que narra la vida del poeta cubano Reinaldo Arenas en “Antes que anochezca, 2000”, Julie Taymor que traspone al cine la vida de la pintora “Frida, 2002”, Taylor Hackford que lleva a la pantalla una complaciente biografía de Ray Charles en “Ray, 2004“, James Mangold, autor de “En la cuerda floja, 2005” sobre la vida del cantante country Johnny Cash, Ed Harris, que realizando un proyecto personal detalla la vida del pintor “Pollock: La vida de un creador, 2000”, previa a su irregular “Appaloosa, 2008“ y Bennet Miller, autor de la interesante “Truman Capote, 2005“ con un sensacional Phillip Seymour Hoffman y a la que sigue la destacable “Moneyball: Rompiendo las reglas, 2010”.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Cine estadounidense de la última década II


El cine de la última década, necesitado de tácticas llamativas para llenar sus salas se ha entregado a las grandes catástrofes, la ciencia ficción más vacua, y los rimbombantes remakes de éxitos de cine de género. Casi todos los superhéroes de comic han conocido su trasposición a la pantalla y las grandes épicas de la recreación histórica se han visto plasmadas en las salas de cine. Los extraterrestres nos han visitado insistentemente y el artificio y el fuego artificial se han impuesto a la calidad cinematográfica en demasiadas ocasiones. Por contra géneros como el western, el musical o el cine negro prácticamente han desaparecido, dando paso a complejos y abigarrados thrillers y a continuos biopics.
            La ciencia ficción ha manejado títulos tan significativos como “Avatar, 2009” del experto en taquillazos James Cameron, reivindicación pretendidamente ecologista, plagada de color y tecnología, que se exhibe en tres dimensiones y que esconde un guión de lo más rutinario. El género ha ofrecido pocas atracciones y cabe destacar “A. I. Inteligencia artifical, 2001“ y “Minority report, 2002“ ambas de Steven Spielberg, con dos sólidos guiones. Por lo demás las fallidas “Misión a Marte, 2000“ de Brian De Palma o “Solaris, 2002“ de Steven Sorderbergh evidencian el deterioro a que ha llegado el género.
            Desde Spiderman al Capitán América, pasando por Batman, Lobezno, Daredevil, Tintín, Hellboy o Hulk, casi todos los superhéroes clásicos han llegado a la pantalla. Apenas “X-men, 2000“, de Bryan Singer y “El caballero oscuro, 2008“, de Chistopher Nolan merecen una mención. El paroxismo de las adaptaciones de cómic lo encontramos en la gratuitamente violenta y descarnada “Sin City, 2005” que codirigen Robert Rodríguez y Frank Miller, el propio autor del comic. En el reverso de estas producciones y buceando en la mítica del lector de comic que llega a convertirse en su protagonista se sitúa la excelente “American Splendor, 2003” de Shari Springer Berman y Robert Pulcini, con un fenomenal Paul Giamatti.
 
            En el capítulo de grandes recreaciones históricas han alcanzado gran predicamento las mediocres “Alejandro Magno, 2004“, de Oliver Stone, “300, 2007” de Zack Snyder y “Troya, 2004“ de Wolfgang Petersen. Mejor pulso narrativo y mayor atractivo ofrecen “Gladiator, 2000“ y “El reino de los cielos, 2005“ ambas del gran Ridley Scott.
            Por lo que respecta a remakes de películas de aventuras o ficción han prodigado unos cuantos realmente desafortunados como “Ultimátum a la tierra, 2008“, de Scott Derrickson, “La guerra de los mundos, 2005” de Steven Spielberg o “El planeta de los simios, 2001“, de Tim Burton. Decepcionante por más que espectacular resulta el “King Kong, 2005“, del neozelandés Peter Jackson.
            En este género de la superproducción aventurera pocos filmes han aunado espectacularidad y calidad. Las continuas adaptaciones de las novelas de Harry Potter son un claro ejemplo de vacuidad. Sin embargo Peter Jackson adapta a la pantalla la trilogía de “El señor de los anillos” de J.R.R. Tolkien alumbrando tres obras maestras como son “La Comunidad del Anillo, 2001“, “Las dos Torres, 2002“ y “El retorno del rey, 2003“. Los filmes captan a la perfección el espíritu de la novela, y apoyadas en un sólido guión, una grandiosa puesta en escena y unas interpretaciones ajustadas se han convertido en un clásico moderno.

            El cine de aventuras ha mostrado su profunda falta de ideas, su agotamiento temático y el uso reiterativo de recursos de puesta en escena y temas. Baste citar la saga de “Piratas del Caribe” para evidenciarlo. Pero de todo este caldo de cultivo emergen en ocasiones filmes excepcionales como ocurre con “Master and Commander: Al otro lado del mundo, 2003” de Peter Weir y con un sensacional Russell Crowe. También cabe citar la entretenida “Apocalypto, 2006” de Mel Gibson.
            En el ámbito del cine de acción han proliferado múltiples películas, entre ellas el renacer de la serie de James Bond, la del agente de la CIA Jack Ryan, creado por Tom Clancy y la misión imposible de Ethan Hunt. Sin duda la que mayor nervio narrativo e interés ha tenido es la del agente de la CIA creado por Robert Ludlum Jason Bourne, a través de “El caso Bourne, 2002“, de Doug Liman, “El mito de Bourne, 2004“ y “El ultimátum de Bourne, 2007“ ambas de Peter Greengrass.

            La última década debía ser la de los directores de la generación de los 90, integrada por Tim Burton, Quentin Tarantino, Joel y Ethan Coen, Steven Sorderbergh y Gus Van Sant, si bien sus resultados han sido dispares y en general, irregulares. Tim Burton, plasmará en sus filmes su personal universo figurativo, con su gusto por los temas fantásticos, los cuales sujeta a un desmesurado barroquismo formal, a lo largo de “Big Fish, 2003”, “Charlie y la fábrica de chocolate, 2005”, “La novia cadáver, 2005” o “Sombras tenebrosas, 2012”. En conjunto podemos decir que su obra no ha cuajado. Quentin Tarantino, que fue el gran animador del cine estadounidense en la década anterior nos entregó, con su personal gusto por la violencia, “Kill Bill: Volumen 1, 2003”, “Kill Bill: Volumen 2, 2004”, “Death Proof, 2007” y “Malditos bastardos, 2009”, películas de notable interés.                   
       Joel y Ethan Coen polarizan siempre una atracción sobre su cine que se antoja excesiva a la vista de sus resultados. Con “O Brother!, 2000“ firman una de sus más personales obras, a las que siguen la premiada “El hombre que nunca estuvo allí, 2001“, la irregular “Crueldad intolerable, 2003“, las discretas “Ladykillers, 2004“, “Quemar después de leer, 2008“ y “Un tipo serio, 2009“, la brillante “No es país para viejos, 2007“ adaptación de la novela de Cormac McCarthy y el esforzado remakeValor de ley, 2010“ con un estupendo Jeff Bridges.
            Steven Sorderbergh ha combinado como nadie el cine comercial con el de autor. Películas como “El buen alemán, 2006“, o la saga que inicia con “Oceans Eleven (Hagan juego), 2001” contrastan con filmes de gran factura como “Traffic, 2000”, “Erin Brockovich, 2000” o “Che: El argentino, 2008”, precisa incursión en la figura del mítico guerrillero, perfectamente encarnado por Benicio del Toro.
            Gus Van Sant es sin duda el autor más polémico de su generación, el que más controversia ha generado con su cine, y del que más ha sido puesto en entredicho su talento. Baste recordar sus filmes “Mala noche, 1985“, “Drugstore cowboy, 1989“ o “Mi idaho privado, 1991“. Sus personales filmes “Descubriendo a Forrester, 2000“, “Elephant, 2003“, sobre la masacre ocurrida en el instituto Columbine, “Last days, 2005”  inspirada en los últimos días del grupo de rock Nirvana, “Paranoid Park, 2007“ o “Mi nombre es Harvey Milk, 2008“ biografía del activista político homosexual, causan igual adhesión que rechazo, pero siempre resultan convulsas e interesantes.

viernes, 30 de noviembre de 2012

Cine estadounidense de la última década I


         
            El cine estadounidense, fundamentalmente made in Hollywood, ha continuado su tendencia de búsqueda de la espectacularidad a cualquier precio. Está en su esencia y es la fórmula utilizada para combatir a la cada vez más variada y gigantesca industria del ocio. Las videoconsolas y dispositivos de juegos para niños, los smartphone, las descargas de contenidos de internet y hasta la televisión por cable con sus magníficas series, han provocado que el cine continúe con su huida hacia delante en el levantamiento de nuevos espectáculos plagados de efectos especiales, visión en tres dimensiones y consumo fácil, aunque ello vaya en detrimento de la calidad de las historias que muestra.
            Para encontrar el mejor cine de la década debemos acudir a los directores clásicos que comenzaron en los setenta y ochenta, los cuales han gozado de libertad y financiación para sus proyectos y que han demostrado un firme pulso narrativo. Clint Eastwood, Woody Allen o Martin Scorsese han entregado muchas de las mejores películas de la década.

            Clint Eastwood, en plena madurez creativa, ha entregado filmes como la torturada “Mystic River, 2003” sobre una novela de Dennis Lehane y con unos turbadores Sean Penn y Tim Robbins; la obra maestra “Million dollar baby, 2004”, historia de enorme aliento lírico, sobre las relaciones padre hija con el trasfondo del mundo del boxeo y un alegato desesperado a favor de la vida y la muerte digna con una actuación memorable del propio Eastwood y de Hillary Swank; “Cartas desde Iwo Jima, 2006”, versión japonesa de la batalla de Iwo Jima donde revela la extrema humanidad del enemigo nipón y que es la réplica a “Banderas de nuestros padres, 2006”, versión norteamericana de la batalla, pero filme de inferior calidad; “Gran Torino, 2008”, magistral historia de relaciones humanas desarrolladas en el entorno de una barrio multiétnico propio de cualquier ciudad estadounidense y “Más allá de la vida, 2010” extraño relato sobre la vida más allá de la muerte . Junto a estas obras, ha entregado otras de menor calidad como “Deuda de sangre, 2002” o “El intercambio, 2008”.

            Woody Allen, el gran genio de la comedia norteamericana, ha debido emigrar en esta década en busca de financiación para sus filmes. Tras sus divertidas comedias “Granujas de medio pelo, 2000”, “La maldición del escorpión de jade, 2001” y “Un final made in Hollywood, 2002”, cambia el registro experimentando con los puntos de vista fílmicos de comedia y drama en “Melinda y Melinda, 2004” para marchar a Londres donde firma la fabulosa “Matchpoint, 2005” revisitación libre del clásico “Un lugar en el sol, 1951“ de George Stevens, adaptación de la novela de Theodore Dreiser “Una tragedia americana”, turbia reflexión sobre la codicia y el arribismo. También en Londres entrega la deliciosa comedia “Scoop, 2006”, en Barcelona realiza la irregular “Vicky Cristina Barcelona, 2008”, en París la entretenida “Midnight in Paris, 2011”, en Nueva York “Si la cosa funciona, 2009 “ y “Conocerás al hombre de tus sueños, 2010” y en Roma “A Roma con amor, 2012”.

            Martin Scorsese ha coleccionado una serie de películas de sobria grandilocuencia y bajo vuelo que ha alternado con estupendos documentales. “Gangs of New York, 2002”, “El aviador, 2004”, “Infiltrados, 2006”, “Shutter Island, 2010” y “La invención de Hugo, 2011” son un ejemplo de solidez narrativa y de frialdad y falta de enganche. Sus documentales “No Direction Home: Bob Dylan, 2005”, “Shine a Light, 2008”, “Una carta a Elia, 2010” y “Public Speaking, 2010” resultan notables.
            David Mamet ha filmado dos películas menores, pero con su sello de calidad en el guión, “State and Main, 2000” y “El último golpe (Heist), 2001”. El canadiense Terrence Malik entrega las poéticas aunque discursivas “El nuevo mundo, 2005” y “El árbol de la vida, 2011” y Sidney Lumet “Antes que el diablo sepa que has muerto, 2007”.

            Entre los más veteranos se ha agudizado sobremanera el peso de la decadencia, Coppola, Lucas, De Palma o Kasdam han dado signos evidentes de agotamiento. Y si bien Robert Altman todavía dirigiría la notable “Gosford Park, 2001”, Mike Nicholls “Closer, 2004” y Sydney Pollack “La intérprete, 2005”, resulta evidente que han llegado a su ocaso.
            Dejando a un lado a Steven Spielberg y a Ridley Scott, el genio del off-off David Lynch dirige dos de sus personales y surrealistas filmes, de difícil digestión visual, confuso guión y terrible encanto como “Mulholland Drive, 2001” e “Inland Empire, 2001”.

        

martes, 16 de octubre de 2012

El Padre


Después de mucho titubear, decidió visitar a su padre. Era consciente de lo que podía encontrar. Reunió, no obstante, el valor suficiente y pensó egoístamente que si su padre moría pronto, seria incómodo vivir con la carga de haberlo ladeado de su vida. Era una cuestión práctica. Este pensamiento lo atormentaba, tenía una especie de malestar por sentir este egoísmo extremo hacia quién un día fue su héroe.

La casa estaba bastante deteriorada. Las manchas de humedad llegaban hasta las ventanas. Las tonalidades marrones y grises predominaban y había varias tejas rotas que ni se había molestado en arreglar.

Llamó a la puerta y su padre no tardó en abrir. Probablemente lo vio llegar.

Estaban nerviosos.

Entró en la casa tras un tímido saludo y se sentó. No hubo besos ni abrazos. Simplemente apretó el brazo de su padre y pasó directamente al salón. La chimenea estaba encendida y el ambiente olía a desagüe. Había cierto desorden que le era familiar. Su padre llevaba una camisa a cuadros que había sido suya y un pantalón gris. Usaba unos zapatos marrones muy viejos y gafas rotas unidas con cinta adhesiva.

La tristeza se adivinaba en los dos, se habían faltado al respeto, se habían decepcionado el uno al otro.

Mientras hablaban de banalidades, pensaba en como eran antes de que empezara todo, antes del desmoronamiento.

Fumaron unos cigarrillos mientras algunos chismorreos del pueblo, el trabajo y la situación socioeconómica del país rellenaron mas mal que bien el tiempo que se había propuesto invertir en recuperar a su padre. Estaba angustiado como nunca antes, una mezcla de miedo y angustia , una torpeza anormal tanto física como mental le tenía paralizado. Ya no había vuelta atrás, esta situación estaba contemplada y el riesgo estaba asumido.

A medida que avanzaba la conversación se fueron aflojando los nervios pero no lo suficiente para preguntarse por ellos mismos, por cómo estaban, por lo que sentían cuando iban a la cama y lo que pensaban cuando empezaban otro día.

Mantuvieron la distancia en todo momento. No obstante, fue el único de sus cinco hijos que lo visitó. Pensaba que aquel era un buen comienzo a pesar de todo, a pesar de la frialdad y de los tonos grises de la casa, de los ojos tristes de su padre, de las latas de conserva utilizadas como bebederos para los perros, de las briznas de tabaco esparcidas por el suelo y el sonido metálico de martillazos a lo lejos.

Hubo algo que le decía que aquello estaba bien, y que debería seguir. La voz de su padre cambió durante la visita, aquella voz que le tranquilizaba, la voz de quién le regalaba tebeos cuando era niño y quien perdió los nervios en el otoño de su vida. La voz de alguien que merecía ser perdonado. Desde luego aquel hombre merecía ser perdonado.

Cuado salió de casa sintió cierto alivio. Supo que aquella noche descansaría otra vez. Los tonos oscuros de la casa se mezclaban con la puesta de sol.

Se despidieron sin tocarse y quedaron para otro día, sin definir.

Subió a su coche mientras miraba alrededor , dando un último vistazo a lo que había sido su casa durante toda su vida. Le conmovió la tristeza reflejada en la cara de su progenitor, probablemente temiese que no hubiera una segunda visita. Con un tímido saludo con la mano se despidió. Sintió ganas de llorar pero se contuvo hasta salir del callejón. No era nadie, tras la apariencia de seguridad y suficiencia se ocultaba un adulto con los sentimientos de un niño aun por madurar, por hacer.