domingo, 3 de mayo de 2015
domingo, 15 de septiembre de 2013
Locura
Enloquecí. Me curaron y me dijeron que tenía que hacer para no volver a enloquecer. Eso hago.
viernes, 12 de julio de 2013
miércoles, 10 de julio de 2013
viernes, 28 de diciembre de 2012
Cine estadounidense de la última década IV
Una
última reseña merecen los directores James Gray, autor de las efectivas “Two lovers, 2008“ y “La noche es nuestra, 2007”, el
independiente Spike Jonze, autor de “Adaptation
(El ladrón de orquídeas), 2002” y de “I’m
here, 2010”, David O. Russell, autor de “The fighter, 2010“, Ben Affleck, que se pasa tras la cámara para
adaptar a Dennis Lehane en “Adiós
pequeña, adiós, 2007”, a Chuck Hogan en “The Town (Ciudad de Ladrones), 2010” y dirigir la estimable “Argo, 2012” y Richard Linklater, autor
de “Waking life, 2001” y de “Antes del atardecer, 2004” retomando la
historia iniciada diez años antes. Otras muchas cintas han apelado al interés
de sus historias sin abandonar la senda comercial como “V de Vendetta, 2006” de James McTeigue, “Drive, 2011” de Nicolas Winding Refn, “El ilusionista, 2006“ de Neil Burger, “Historia de un crimen, 2006“ de Douglas McGrath, sobre la gestación
de la novela de Truman Capote “A sangre
fría”, “Una historia de Brooklyn,
2005” de Noah Baumbach, “La carretera,
2009“ de John Hillcoat adaptando el apocalíptico relato de Cormac McCarthy, “Quills, 2000“ de Philip Kaufman, “La duda, 2008“ de John Patrick Shanley,
“El velo pintado, 2006“ de John
Curran, “Training day, 2010“ de
Antoine Fuqua, “En la habitación,
2001“ de Todd Field, “Monster Ball, 2001“
de Marc Forster o “Los Tenenbaums. Una
familia de genios, 2001” de Wes Anderson.
En el ámbito del cine documental han
proliferado muchísimas producciones de calidad de los más variados temas. En el
espectro de la sátira política y económica aparece la enorme figura de Michael
Moore, quién a través de “Bowling for
Columbine, 2002“, “Fahrenheit 9/11,
2004“, o “Sicko, 2007” pone el dedo
en la llaga sobre la venta de armas en Estados Unidos, el negocio de la guerra
y la democracia o la búsqueda sin escrúpulos del negocio en el sistema
sanitario. Con menor suerte Davis Guggenheim dirige “Una verdad incómoda, 2006” donde Al Gore denuncia la deriva del
cambio climático. También el feroz Errol Morris dirige el espléndido documental
“Rumores de guerra, 2003” y “S.O.P: Standard Operating Procedure,
2008” sobre las torturas en la prisión de Abu Ghraib y “Tabloid, 2010”. Asimismo cabe citar el lúcido “Super Size Me, 2004” de Morgan Spurlock, que denuncia la influencia
nociva de la comida basura, “Capturing
the Friedmans, 2003“, de Andrew Jarecki, “The Betrayal, 2008” de Ellen Kuras y Thavisouk Phrasavath, “Autism: The musical, 2007” de Tricia
Regan, y el espeluznante “The Greatest
Silence. Rape in Congo, 2007” de Lisa F. Jackson sobre el uso de la
violación como arma de guerra en el Congo.Por lo que respecta a la aportación de los extranjeros, cabe decir que han arribado a Hollywood cineastas de las más variadas nacionalidades en busca del dinero que las grandes productoras ofrecen como aval ante el mínimo atisbo de éxito. Especial consideración merece el trasvase de autores británicos, que saltan a un lado y otro del Atlántico con suma facilidad, generalmente tras haber realizado algún filme notorio. Stephen Daldry dirigirá “Las horas, 2002” emotiva historia de mujeres que no redondea, y “The reader (El lector), 2008” con una ajustada Kate Winslet. San Mendes dirige la efectista “Camino a la perdición, 2002”, la fría y áspera “Revolutionary Road, 2008” y “Skyfall, 2012” filme de la franquicia de James Bond. Danny Boyle entregará “127 horas, 2010”, Anthony Minghella la convencional “Cold Mountain, 2003” y Paul Greengrass “United 93, 2006”. Podemos terminar la referencia a la aportación anglosajona citando al gran David Cronenberg, que tras dirigir en Canadá “Spider, 2002”, entregará la inquietante “Una historia de violencia, 2005” y la coproducción británica “Promesas del Este, 2007”, extraordinaria película con unos soberbios Viggo Mortensen y Naomi Watts.
Entre los directores nórdicos cabe resaltar a Lasse Hallstrom, autor irregular que firma la destacable “Las normas de la casa de la sidra, 2000”, adaptando a John Irving y a la danesa Susanne Bier que dirige la absorbente “Cosas que perdimos en el fuego, 2007. El francés Michel Gondry entregará “¡Olvidate de mí!, 2004” singular historia de amor con un sólido guión de Charlie Kaufman.
De la aportación de los asiáticos debemos destacar a Ang Lee, autor de la oscarizada “Brokeback mountain (En terreno vedado), 2005”. Reseña especial merece el mexicano Alejandro González Iñárritu, quién en colaboración con el guionista Guillermo Arriaga será autor de la magnífica “21 gramos, 2003” y de la sorprendente “Babel, 2006”.
viernes, 21 de diciembre de 2012
Cine estadounidense de la última década III
De entre los géneros
tradicionales del cine estadounidense tan solo la comedia ha mantenido su
popularidad, si bien no podemos decir lo mismo del mantenimiento de su calidad.
Cómicos como Jim Carrey, Adam Sandler, Ben Stiller, Will Smith, Eddie Murphy,
Rob Schneider, Ashton Kutcher, Reese Whiterspoon, Jennifer Aniston, Cameron
Díaz, Sandra Bullock o Anne Hathaway han sido los protagonistas de las más
populares, sin que ninguna pueda salvarse de la mediocridad. La irrelevancia en
la década de directores como Kevin Smith o Todd Haynes ha agudizado el problema
de la calidad creativa del género. Comedias modestas e irreverentes como “Pequeña Miss Sunshine, 2006“, de
Jonathan Dayton y Valerie Faris, “Entre
copas, 2004” o “Los descendientes,
2011”, ambas de Alexander Payne, “Juno,
2007“ y “Up in the air, 2009“ ambas
de Jason Reitman, “Lost in translation,
2003” de Sofia Coppola, “Algo en común,
2004” de Zach Braff o “Flores rotas,
2005” de Jim Jarmusch, pueden ser destacadas entre lo mejor del género.
La
comedia musical ha dejado algunas obras de calado, como el alambicado y perfeccionista
“Chicago, 2002” de Rob Marshall, la
efectista “Molin Rouge, 2001” de Baz
Luhrmann y la rutinaria “Across the
Universe, 2007” de Julie Taymor
En
el género de terror destacan una serie de obras como la excelente “The ring, 2002“, de Gore Verbinski,
versión de la película japonesa de Koji Suzuki, “Las milla verde, 1999“, de Frank Darabont o “Paranormal activity, 2007” de Oren Peli. Pero será M. Night
Shyamalan quién efectuará la mayor aportación al género, como abordaremos más
adelante. Sin embargo el gran éxito de público recaerá en la saga “Crepúsculo, 2008“, de Catherine
Hardwicke, historia vampírica para adolescentes donde prima la estética de sus
protagonistas sobre cualquier elemento de naturaleza cinematográfica.
Ante
la escasez de alternativas que ofrece el cine comercial de la década, los
filmes de interés debemos buscarlos en las producciones de una serie de
directores jóvenes que parecen tomar el relevo de los grandes maestros y de la generación
de los noventa, renovando las temáticas y aportando una nueva mirada crítica al
cine del nuevo siglo. Puede
citarse a Paul Thomas Anderson, David
Fincher, Darren Aronofsky, M. Night Shyamalan y Christopher Nolan.
Paul Thomas Anderson,
que había deslumbrado con “Magnolia,
1999”, es un director de gran potencia narrativa que ha firmado “Punch Drunk Love, 2002”, la
excesivamente barroca “Pozos de ambición,
2007” y la magnética “The Master,
2012”. David Fincher, autor de “Seven,
1995” entregará la minuciosa “Zodiac,
2007”, la irregular “El curioso caso de
Benjamin Button, 2008”, la entretenida “La
red social, 2010” sobre el surgimiento de la red social facebook, y la versión estadounidense de
“Millenium: los hombres que no amaban a
las mujeres, 2011”, adaptando la exitosa novela de Stieg Larsson. Darren
Aronofsky es un director visceral que bucea en personajes atormentados como en
su brillante “Requiem por un sueño,
2000”, en “El luchador, 2008” y en su
efectista “Cisne negro, 2010”
M.
Night Shyamalan emerge como una gran figura creadora del cine de terror y
fantástico con “El sexto sentido,
1999”, y continúa con sus creaciones minimalistas que forjan el suspense con
elementos cotidianos y nunca estridentes con “El protegido, 2000”, “El
bosque, 2004” y “El incidente,
2008” entre las que intercala las inferiores “Señales, 2002” y “La joven
del agua, 2006”. Por su parte el inglés Christopher Nolan, además de
renovar con talento la saga del superhéroe Batman
firmará el desasosegante thriller “Memento, 2000”, el interesante “Insomnio, 2002”, la decepcionante
historia de magos “El truco final (El
prestigio), 2006” y el estimulante thriller
surrealista “Origen, 2010”.
Junto
a ellos otros autores han proyectado filmes donde se intenta que prime la
calidad del guión y la fuerza de la historia que pretende contar sobre los
elementos espectaculares. Paul Haggis, guionista de Million dollar baby, intenta recrear el mosaico de tensiones de Los
Ángeles en la fallida “Crash (Colisión),
2004”, para entrar de lleno en la ocultación interesada que conlleva la
participación militar en la guerra de Irak con “En el valle de Elah, 2007“, senda de tibia crítica política que
también puede apreciarse en “El buen
pastor, 2006“ de Robert de Niro, “Syriana,
2005“ de Stephen Gaghan, “El señor de la
guerra, 2005“ de Andrew Niccol, “Leones
por corderos, 2007“ de Robert Redford y “Los idus de marzo, 2011“ de George Clooney. Clooney ha dirigido
asimismo “Confesiones de una mente
peligrosa, 2002” y el sobrio alegato anti-mccarthy “Buenas noches y
buena suerte, 2005“. Igualmente ha protagonizado la oscura “Michael Clayton, 2007” de Tony Gilroy.
En esta serie de películas puede incluirse la atractiva “El desafío: Frost contra Nixon, 2008“, de Ron Howard y la fría “Munich, 2005” de Steven Spielberg. No
obstante, la producción hollywoodiense siempre conlleva una reivindicación de
los valores militares como se encarga de evidenciar “En tierra hostil, 2008“, de Kathryn Bigelow, tensa historia de una
unidad de élite de artificieros que resultó oscarizada.
El
cine comercial también ha recurrido de forma continua a las biografías, alguna
de las cuales rezuman interés. Entre ellas cabe citar “Una mente maravillosa, 2001“, biopic
del matemático John Forbes Nash y “Cinderella
man. El hombre que no se dejó tumbar, 2005” biografía del boxeador Jim
Braddock, ambas de Ron Howard, que no fue capaz de aportar el pulso necesario a
“El código Da Vinci, 2006” mediocre
recreación cinematográfica del bestseller
de Dan Brown. Merece una mención Michael Mann, con su biografía de “Ali, 2001”, previa a su aclamada aunque discreta “Collateral, 2004”, Julian Schnabel, que
narra la vida del poeta cubano Reinaldo Arenas en “Antes que anochezca, 2000”, Julie Taymor que traspone al cine la
vida de la pintora “Frida, 2002”, Taylor
Hackford que lleva a la pantalla una complaciente biografía de Ray Charles en “Ray, 2004“, James Mangold, autor de “En la cuerda floja, 2005” sobre la vida
del cantante country Johnny Cash, Ed
Harris, que realizando un proyecto personal detalla la vida del pintor “Pollock: La vida de un creador, 2000”,
previa a su irregular “Appaloosa,
2008“ y Bennet Miller, autor de la interesante “Truman Capote, 2005“ con un sensacional Phillip Seymour Hoffman y a
la que sigue la destacable “Moneyball:
Rompiendo las reglas, 2010”.
viernes, 14 de diciembre de 2012
Cine estadounidense de la última década II
El cine de la última década, necesitado de tácticas
llamativas para llenar sus salas se ha entregado a las grandes catástrofes, la
ciencia ficción más vacua, y los rimbombantes remakes de éxitos de cine de género. Casi todos los superhéroes de
comic han conocido su trasposición a la pantalla y las grandes épicas de la
recreación histórica se han visto plasmadas en las salas de cine. Los
extraterrestres nos han visitado insistentemente y el artificio y el fuego
artificial se han impuesto a la calidad cinematográfica en demasiadas
ocasiones. Por contra géneros como el western, el musical o el cine negro
prácticamente han desaparecido, dando paso a complejos y abigarrados thrillers y a continuos biopics.
La ciencia ficción ha manejado
títulos tan significativos como “Avatar,
2009” del experto en taquillazos James Cameron, reivindicación pretendidamente
ecologista, plagada de color y tecnología, que se exhibe en tres dimensiones y
que esconde un guión de lo más rutinario. El género ha ofrecido pocas
atracciones y cabe destacar “A. I. Inteligencia artifical, 2001“ y “Minority report, 2002“ ambas de Steven
Spielberg, con dos sólidos guiones. Por lo demás las fallidas “Misión a Marte, 2000“ de Brian De Palma
o “Solaris, 2002“ de Steven
Sorderbergh evidencian el deterioro a que ha llegado el género.
Desde Spiderman al Capitán América,
pasando por Batman, Lobezno, Daredevil, Tintín, Hellboy o Hulk, casi todos los superhéroes
clásicos han llegado a la pantalla. Apenas “X-men,
2000“, de Bryan Singer y “El caballero
oscuro, 2008“, de Chistopher Nolan merecen una mención. El paroxismo de las
adaptaciones de cómic lo encontramos en la gratuitamente violenta y descarnada
“Sin City, 2005” que codirigen Robert
Rodríguez y Frank Miller, el propio autor del comic. En el reverso de estas
producciones y buceando en la mítica del lector de comic que llega a convertirse
en su protagonista se sitúa la excelente “American
Splendor, 2003” de Shari Springer Berman y Robert Pulcini, con un fenomenal
Paul Giamatti.
En el capítulo de grandes
recreaciones históricas han alcanzado gran predicamento las mediocres “Alejandro Magno, 2004“, de Oliver Stone,
“300, 2007” de Zack Snyder y “Troya, 2004“ de Wolfgang Petersen. Mejor
pulso narrativo y mayor atractivo ofrecen “Gladiator,
2000“ y “El reino de los cielos, 2005“
ambas del gran Ridley Scott.
Por lo que respecta a remakes de películas de aventuras o
ficción han prodigado unos cuantos realmente desafortunados como “Ultimátum a la tierra, 2008“, de Scott
Derrickson, “La guerra de los mundos,
2005” de Steven Spielberg o “El planeta
de los simios, 2001“, de Tim Burton. Decepcionante por más que espectacular
resulta el “King Kong, 2005“, del
neozelandés Peter Jackson.
En este género de la superproducción
aventurera pocos filmes han aunado espectacularidad y calidad. Las continuas
adaptaciones de las novelas de Harry Potter son un claro ejemplo de vacuidad.
Sin embargo Peter Jackson adapta a la pantalla la trilogía de “El señor de los anillos” de J.R.R.
Tolkien alumbrando tres obras maestras como son “La Comunidad del Anillo, 2001“, “Las dos Torres, 2002“ y “El
retorno del rey, 2003“. Los filmes captan a la perfección el espíritu de la
novela, y apoyadas en un sólido guión, una grandiosa puesta en escena y unas
interpretaciones ajustadas se han convertido en un clásico moderno.
El cine de aventuras ha mostrado su
profunda falta de ideas, su agotamiento temático y el uso reiterativo de
recursos de puesta en escena y temas. Baste citar la saga de “Piratas del Caribe” para evidenciarlo.
Pero de todo este caldo de cultivo emergen en ocasiones filmes excepcionales
como ocurre con “Master and Commander: Al
otro lado del mundo, 2003” de Peter Weir y con un sensacional Russell
Crowe. También cabe citar la entretenida “Apocalypto,
2006” de Mel Gibson.
En el ámbito del cine de acción han
proliferado múltiples películas, entre ellas el renacer de la serie de James
Bond, la del agente de la CIA Jack Ryan, creado por Tom Clancy y la misión imposible de Ethan Hunt. Sin duda
la que mayor nervio narrativo e interés ha tenido es la del agente de la CIA
creado por Robert Ludlum Jason Bourne, a través de “El caso Bourne, 2002“, de Doug Liman, “El mito de Bourne, 2004“ y “El
ultimátum de Bourne, 2007“ ambas de Peter Greengrass.
La última década debía ser la de los
directores de la generación de los 90, integrada por Tim Burton, Quentin
Tarantino, Joel y Ethan Coen, Steven Sorderbergh y Gus Van Sant, si bien sus
resultados han sido dispares y en general, irregulares. Tim Burton, plasmará en
sus filmes su personal universo figurativo, con su gusto por los temas
fantásticos, los cuales sujeta a un desmesurado barroquismo formal, a lo largo
de “Big Fish, 2003”, “Charlie y la fábrica de chocolate,
2005”, “La novia cadáver, 2005” o “Sombras tenebrosas, 2012”. En conjunto podemos
decir que su obra no ha cuajado. Quentin Tarantino, que fue el gran animador
del cine estadounidense en la década anterior nos entregó, con su personal
gusto por la violencia, “Kill Bill:
Volumen 1, 2003”, “Kill Bill: Volumen
2, 2004”, “Death Proof, 2007” y “Malditos bastardos, 2009”, películas de
notable interés.
Joel y Ethan Coen polarizan siempre
una atracción sobre su cine que se antoja excesiva a la vista de sus
resultados. Con “O Brother!, 2000“
firman una de sus más personales obras, a las que siguen la premiada “El hombre que nunca estuvo allí, 2001“,
la irregular “Crueldad intolerable,
2003“, las discretas “Ladykillers,
2004“, “Quemar después de leer, 2008“
y “Un tipo serio, 2009“, la brillante
“No es país para viejos, 2007“
adaptación de la novela de Cormac McCarthy y el esforzado remake “Valor de ley, 2010“
con un estupendo Jeff Bridges.
Steven Sorderbergh ha combinado como
nadie el cine comercial con el de autor. Películas como “El buen alemán, 2006“, o la saga que inicia con “Oceans Eleven (Hagan juego), 2001”
contrastan con filmes de gran factura como “Traffic,
2000”, “Erin Brockovich, 2000” o “Che: El argentino, 2008”, precisa
incursión en la figura del mítico guerrillero, perfectamente encarnado por
Benicio del Toro.
Gus Van Sant es sin duda el autor
más polémico de su generación, el que más controversia ha generado con su cine,
y del que más ha sido puesto en entredicho su talento. Baste recordar sus
filmes “Mala noche, 1985“, “Drugstore cowboy, 1989“ o “Mi idaho privado, 1991“. Sus personales
filmes “Descubriendo a Forrester,
2000“, “Elephant, 2003“, sobre la
masacre ocurrida en el instituto Columbine, “Last days, 2005” inspirada
en los últimos días del grupo de rock Nirvana,
“Paranoid Park, 2007“ o “Mi nombre es Harvey Milk, 2008“
biografía del activista político homosexual, causan igual adhesión que rechazo,
pero siempre resultan convulsas e interesantes.viernes, 30 de noviembre de 2012
Cine estadounidense de la última década I
Clint Eastwood, en plena madurez creativa, ha entregado filmes como la torturada “Mystic River, 2003” sobre una novela de Dennis Lehane y con unos turbadores Sean Penn y Tim Robbins; la obra maestra “Million dollar baby, 2004”, historia de enorme aliento lírico, sobre las relaciones padre hija con el trasfondo del mundo del boxeo y un alegato desesperado a favor de la vida y la muerte digna con una actuación memorable del propio Eastwood y de Hillary Swank; “Cartas desde Iwo Jima, 2006”, versión japonesa de la batalla de Iwo Jima donde revela la extrema humanidad del enemigo nipón y que es la réplica a “Banderas de nuestros padres, 2006”, versión norteamericana de la batalla, pero filme de inferior calidad; “Gran Torino, 2008”, magistral historia de relaciones humanas desarrolladas en el entorno de una barrio multiétnico propio de cualquier ciudad estadounidense y “Más allá de la vida, 2010” extraño relato sobre la vida más allá de la muerte . Junto a estas obras, ha entregado otras de menor calidad como “Deuda de sangre, 2002” o “El intercambio, 2008”.
Woody Allen, el gran genio de la comedia norteamericana, ha debido emigrar en esta década en busca de financiación para sus filmes. Tras sus divertidas comedias “Granujas de medio pelo, 2000”, “La maldición del escorpión de jade, 2001” y “Un final made in Hollywood, 2002”, cambia el registro experimentando con los puntos de vista fílmicos de comedia y drama en “Melinda y Melinda, 2004” para marchar a Londres donde firma la fabulosa “Matchpoint, 2005” revisitación libre del clásico “Un lugar en el sol, 1951“ de George Stevens, adaptación de la novela de Theodore Dreiser “Una tragedia americana”, turbia reflexión sobre la codicia y el arribismo. También en Londres entrega la deliciosa comedia “Scoop, 2006”, en Barcelona realiza la irregular “Vicky Cristina Barcelona, 2008”, en París la entretenida “Midnight in Paris, 2011”, en Nueva York “Si la cosa funciona, 2009 “ y “Conocerás al hombre de tus sueños, 2010” y en Roma “A Roma con amor, 2012”.
Martin
Scorsese ha coleccionado una serie de películas de sobria grandilocuencia y
bajo vuelo que ha alternado con estupendos documentales. “Gangs of New York, 2002”, “El
aviador, 2004”, “Infiltrados,
2006”, “Shutter Island, 2010” y “La invención de Hugo, 2011” son un
ejemplo de solidez narrativa y de frialdad y falta de enganche. Sus
documentales “No Direction Home: Bob
Dylan, 2005”, “Shine a Light,
2008”, “Una carta a Elia, 2010” y “Public Speaking, 2010” resultan
notables.
David
Mamet ha filmado dos películas menores, pero con su sello de calidad en el
guión, “State and Main, 2000” y “El último golpe (Heist), 2001”. El
canadiense Terrence Malik entrega las poéticas aunque discursivas “El nuevo mundo, 2005” y “El árbol de la vida, 2011” y Sidney
Lumet “Antes que el diablo sepa que has
muerto, 2007”.
Entre
los más veteranos se ha agudizado sobremanera el peso de la decadencia,
Coppola, Lucas, De Palma o Kasdam han dado signos evidentes de agotamiento. Y
si bien Robert Altman todavía dirigiría la notable “Gosford Park, 2001”, Mike Nicholls “Closer, 2004” y Sydney Pollack “La
intérprete, 2005”, resulta evidente que han llegado a su ocaso.
Dejando
a un lado a Steven Spielberg y a Ridley Scott, el genio del off-off David Lynch dirige dos de sus
personales y surrealistas filmes, de difícil digestión visual, confuso guión y
terrible encanto como “Mulholland Drive,
2001” e “Inland Empire, 2001”.martes, 16 de octubre de 2012
El Padre
Después de mucho titubear, decidió visitar a su padre. Era consciente de lo que podía encontrar. Reunió, no obstante, el valor suficiente y pensó egoístamente que si su padre moría pronto, seria incómodo vivir con la carga de haberlo ladeado de su vida. Era una cuestión práctica. Este pensamiento lo atormentaba, tenía una especie de malestar por sentir este egoísmo extremo hacia quién un día fue su héroe.
La casa estaba bastante deteriorada. Las manchas de humedad llegaban hasta las ventanas. Las tonalidades marrones y grises predominaban y había varias tejas rotas que ni se había molestado en arreglar.
Llamó a la puerta y su padre no tardó en abrir. Probablemente lo vio llegar.
Estaban nerviosos.
Entró en la casa tras un tímido saludo y se sentó. No hubo besos ni abrazos. Simplemente apretó el brazo de su padre y pasó directamente al salón. La chimenea estaba encendida y el ambiente olía a desagüe. Había cierto desorden que le era familiar. Su padre llevaba una camisa a cuadros que había sido suya y un pantalón gris. Usaba unos zapatos marrones muy viejos y gafas rotas unidas con cinta adhesiva.
La tristeza se adivinaba en los dos, se habían faltado al respeto, se habían decepcionado el uno al otro.
Mientras hablaban de banalidades, pensaba en como eran antes de que empezara todo, antes del desmoronamiento.
Fumaron unos cigarrillos mientras algunos chismorreos del pueblo, el trabajo y la situación socioeconómica del país rellenaron mas mal que bien el tiempo que se había propuesto invertir en recuperar a su padre. Estaba angustiado como nunca antes, una mezcla de miedo y angustia , una torpeza anormal tanto física como mental le tenía paralizado. Ya no había vuelta atrás, esta situación estaba contemplada y el riesgo estaba asumido.
A medida que avanzaba la conversación se fueron aflojando los nervios pero no lo suficiente para preguntarse por ellos mismos, por cómo estaban, por lo que sentían cuando iban a la cama y lo que pensaban cuando empezaban otro día.
Mantuvieron la distancia en todo momento. No obstante, fue el único de sus cinco hijos que lo visitó. Pensaba que aquel era un buen comienzo a pesar de todo, a pesar de la frialdad y de los tonos grises de la casa, de los ojos tristes de su padre, de las latas de conserva utilizadas como bebederos para los perros, de las briznas de tabaco esparcidas por el suelo y el sonido metálico de martillazos a lo lejos.
Hubo algo que le decía que aquello estaba bien, y que debería seguir. La voz de su padre cambió durante la visita, aquella voz que le tranquilizaba, la voz de quién le regalaba tebeos cuando era niño y quien perdió los nervios en el otoño de su vida. La voz de alguien que merecía ser perdonado. Desde luego aquel hombre merecía ser perdonado.
Cuado salió de casa sintió cierto alivio. Supo que aquella noche descansaría otra vez. Los tonos oscuros de la casa se mezclaban con la puesta de sol.
Se despidieron sin tocarse y quedaron para otro día, sin definir.
Subió a su coche mientras miraba alrededor , dando un último vistazo a lo que había sido su casa durante toda su vida. Le conmovió la tristeza reflejada en la cara de su progenitor, probablemente temiese que no hubiera una segunda visita. Con un tímido saludo con la mano se despidió. Sintió ganas de llorar pero se contuvo hasta salir del callejón. No era nadie, tras la apariencia de seguridad y suficiencia se ocultaba un adulto con los sentimientos de un niño aun por madurar, por hacer.
Después de mucho titubear, decidió visitar a su padre. Era consciente de lo que podía encontrar. Reunió, no obstante, el valor suficiente y pensó egoístamente que si su padre moría pronto, seria incómodo vivir con la carga de haberlo ladeado de su vida. Era una cuestión práctica. Este pensamiento lo atormentaba, tenía una especie de malestar por sentir este egoísmo extremo hacia quién un día fue su héroe.
La casa estaba bastante deteriorada. Las manchas de humedad llegaban hasta las ventanas. Las tonalidades marrones y grises predominaban y había varias tejas rotas que ni se había molestado en arreglar.
Llamó a la puerta y su padre no tardó en abrir. Probablemente lo vio llegar.
Estaban nerviosos.
Entró en la casa tras un tímido saludo y se sentó. No hubo besos ni abrazos. Simplemente apretó el brazo de su padre y pasó directamente al salón. La chimenea estaba encendida y el ambiente olía a desagüe. Había cierto desorden que le era familiar. Su padre llevaba una camisa a cuadros que había sido suya y un pantalón gris. Usaba unos zapatos marrones muy viejos y gafas rotas unidas con cinta adhesiva.
La tristeza se adivinaba en los dos, se habían faltado al respeto, se habían decepcionado el uno al otro.
Mientras hablaban de banalidades, pensaba en como eran antes de que empezara todo, antes del desmoronamiento.
Fumaron unos cigarrillos mientras algunos chismorreos del pueblo, el trabajo y la situación socioeconómica del país rellenaron mas mal que bien el tiempo que se había propuesto invertir en recuperar a su padre. Estaba angustiado como nunca antes, una mezcla de miedo y angustia , una torpeza anormal tanto física como mental le tenía paralizado. Ya no había vuelta atrás, esta situación estaba contemplada y el riesgo estaba asumido.
A medida que avanzaba la conversación se fueron aflojando los nervios pero no lo suficiente para preguntarse por ellos mismos, por cómo estaban, por lo que sentían cuando iban a la cama y lo que pensaban cuando empezaban otro día.
Mantuvieron la distancia en todo momento. No obstante, fue el único de sus cinco hijos que lo visitó. Pensaba que aquel era un buen comienzo a pesar de todo, a pesar de la frialdad y de los tonos grises de la casa, de los ojos tristes de su padre, de las latas de conserva utilizadas como bebederos para los perros, de las briznas de tabaco esparcidas por el suelo y el sonido metálico de martillazos a lo lejos.
Hubo algo que le decía que aquello estaba bien, y que debería seguir. La voz de su padre cambió durante la visita, aquella voz que le tranquilizaba, la voz de quién le regalaba tebeos cuando era niño y quien perdió los nervios en el otoño de su vida. La voz de alguien que merecía ser perdonado. Desde luego aquel hombre merecía ser perdonado.
Cuado salió de casa sintió cierto alivio. Supo que aquella noche descansaría otra vez. Los tonos oscuros de la casa se mezclaban con la puesta de sol.
Se despidieron sin tocarse y quedaron para otro día, sin definir.
Subió a su coche mientras miraba alrededor , dando un último vistazo a lo que había sido su casa durante toda su vida. Le conmovió la tristeza reflejada en la cara de su progenitor, probablemente temiese que no hubiera una segunda visita. Con un tímido saludo con la mano se despidió. Sintió ganas de llorar pero se contuvo hasta salir del callejón. No era nadie, tras la apariencia de seguridad y suficiencia se ocultaba un adulto con los sentimientos de un niño aun por madurar, por hacer.
miércoles, 12 de octubre de 2011
Cine latinoamericano de la última década
El cine argentino ha mostrado una vitalidad apabullante en la última década, empujado por un puñado de autores de personalidad acusada, guiones plagados de ingenio y una originalidad en los planteamientos de los temas universales difícil de encontrar en otras latitudes, dando la razón a Welles de que de toda crisis emerge el genio creativo. De entre esos autores cabe destacar a Adolfo Aristarain, Juan José Campanella y Marcelo Piñeyro.
El genio de Adolfo Aristarain se asienta sobre unos guiones precisos y sublimemente escritos que dibujan una sintaxis cinematográfica que no deja lugar a la improvisación o a un alejamiento del mensaje y que encuentra en Federico Luppi su actor fetiche. Tras sus clásicos “Tiempo de Revancha, 1987”, “Últimos días de la víctima, 1992”, “Un lugar en el mundo, 1992” y “Martín (Hache), 1997” entrega la emocionante “Lugares comunes, 2002” y la entrañable “Roma, 2004”.
Juan José Campanella es sin duda uno de los grandes directores del cine contemporáneo. Tras sus inicios en Estados Unidos, dirige en Argentina y apoyado en su propio actor fetiche, Ricardo Darín, su trilogía no buscada, integrada por la obra maestra “El mismo amor, la misma lluvia, 1999” sobre una convulsa historia de amor y periodismo con el trasfondo de las tres últimas décadas de la historia argentina, “El hijo de la novia, 2001” conmovedora historia sobre los sueños irrealizables con unos diálogos plagados de humor y dramatismo y “Luna de Avellaneda, 2004”, precioso relato sobre el compromiso con el entorno. También entrega “El secreto de sus ojos, 2009”, imborrable y magistral filme asentado en un guión extraordinario, una historia cautivadora y con unos excepcionales Ricardo Darín y Soledad Villamil.
Marcelo Piñeyro envuelve sus filmes de un sentido trágico y si bien sus resultados son irregulares, su cine no deja indiferente. Películas como “Plata quemada, 2000”, “Kamchatka, 2000” o “El método, 2005”, resultan interesantes.
Entre los veteranos cabe destacar a Eliseo Subiela que entrega “El resultado del amor, 2007” y a Luis Puenzo que realiza la sugerente “La puta y la ballena, 2004”. Por su parte Eduardo Mignogna dirige “La fuga, 2001”, “Cleopatra, 2003” y “El viento, 2005”, películas que no consigue redondear.
La producción argentina ha presentado otras películas de interés. Carlos Sorín, creador de un cine minimalista es autor de “Historias mínimas, 2002”, “Bombón, el perro, 2004” y “El camino de San Diego, 2006”. Tristan Bauer, autor del extraordinario documental “Cortázar, 1994” entrega la precisa “Iluminados por el fuego, 2005” sobre la guerra de las Malvinas y el documental “Che, un hombre nuevo, 2010”. Fabián Bielinsky es autor de la fantástica “Nueve reinas, 2000” con guión plagado de giros ingeniosos y un extraordinario Ricardo Darín, actuación que repite bajo la misma dirección en “El aura, 2005”.
En el género de la comedia destaca la figura del actor Diego Peretti que, con un personaje de inspiración woodyalleniana, ha intervenido en varias comedias deliciosas entre las que destacan “Nos sos vos, soy yo, 2004” y “¿Quién dice que es fácil?, 2007”, ambas de Juan Taratuto y “Tiempo de valientes, 2005” de Damián Szifrón.
El cine brasileño ha presentado una serie de filmes de alto interés, mostrándose como una cinematografía incipiente con una proyección prometedora. Los éxitos internacionales de “Ciudad de Dios, 2002” de Fernando Meirelles, brutal historia de narcos en una favela con estética de videoclip, de “Estación central de Brasil, 1998” y de “Diarios de motocicleta, 2004”, sobre el joven Che, ambas de Walter Salles y de “Tropa de élite, 2007“ y “Tropa de élite 2, 2010” ambas de José Padilha, han captado la atención internacional.
Meirelles y Salles han probado suerte en el extranjero con resultado diferente. Meirelles firma la británica “El jardinero fiel, 2005” sobre la novela de John Le Carré y la canadiense “A ciegas, 2008” sobre José Saramago. Mientras, Salles firma en Estados Unidos la mediocre “La huella (Dark Water), 2005”, regresando a Brasil para dirigir la efectiva “Línea de pase, 2008”.
Otros filmes resultan interesantes, así, “Última parada, 174, 2008” de Bruno Barreto, “La mala hora, 2004” del veterano director del Cinema Novo Ruy Guerra, “La casa de Alicia, 2007” de Chico Teixeira, “El año que mis padres se fueron de vacaciones, 2006” de Cao Hamburger o “El cielo de Suely, 2006” de Karim Ainouz.
En Colombia, también encontramos figuras de atesorado valor poético. Sergio Cabrera, autor de la deslumbrante “La estrategia del caracol, 1993” firma la interesante “Perder es cuestión de método, 2004” y Víctor Gaviria, director de la inolvidable, extraordinaria “La vendedora de rosas, 1998” presenta “Sumas y restas, 2004”. Hasta Colombia llegan el franco-suizo Barbet Schroeder para dirigir la dura “La virgen de los sicarios, 2000” y el estadounidense Joshua Marston para rodar “María, llena eres de gracia, 2004” con una impagable Catalina Sandino, intensa historia sobre el drama personal que se esconde tras los correos de la droga. También cabe reseñar los filmes “Soñar no cuesta nada, 2006” de Rodrigo Triana y “Satanás (Perfil de un asesino), 2007” de Andrés Baiz.
En Bolivia destaca la figura de Marcos Loayza, heredero de Jorge Sanjinés, que firma películas de indudable interés como “Cuestión de fe, 1995” y “El corazón de Jesús, 2003”. Asimismo es responsable del premiado documental “El estado de las cosas, 2007” sobre los terribles padecimientos de la población indígena.
En Perú, el gran Francisco Lombardi continúa entregando películas magníficas, así su comedia sobre Vargas Llosa “Pantaleón y las visitadoras, 2000” y su sensacional relato sobre un grupo de periodistas de sucesos “Tinta roja, 2000”.
En Chile, cabe destacar la figura de Andrés Wood, realizador de acusada personalidad que entrega los imprescindibles films “Machuca, 2004”, “La buena vida, 2008” y “Violeta se fue a los cielos, 2011” biopic de la gran cantante Violeta Parra. Boris Quercia es autor de la entretenida comedia “Sexo con amor, 2003” y el veterano Raoul Ruiz de la original “Días de campo, 2004” y de “Misterios de Lisboa, 2010”.
En Uruguay destaca el interesante aunque discreto filme “Whisky, 2004” de Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll.
En Venezuela, Luís Alberto Lamatta, director de la afamada “Jericó, 1990” entrega las curiosas “Miranda regresa, 2007” y “El enemigo, 2008”. Alejandro Bellame es autor de “El tinte de la fama, 2008” y Jonathan Jakubowicz dirige “Secuestro Express, 2005”.
En Cuba, Juan Carlos Tabío, codirector de la mítica “Fresa y chocolate, 1993”, es responsable de la divertidamente surrealista “Lista de espera, 2000” y Humberto Solás entrega “Miel para Oshun, 2001”.
El cine mexicano, por último, también ha acreditado una vitalidad creciente. Apoyado en una nueva generación de directores de pulso firme y en ocasiones rabia desaforada, se han sucedido directores como Alejandro González-Iñárritu, quién teniendo como guionista a Guillermo Arriaga, debuta con la desmedida “Amores perros, 2000”, a las que siguen dos filmes estadounidenses, la sólida “21 gramos, 2003” y la efectista “Babel, 2006”. Separado de Arriaga entrega la mediocre “Biutiful, 2010”. Alfonso Cuarón es autor de “Y tu mamá también, 2001” y de la sobrevalorada producción británica “Hijos de los hombres, 2006”. Carlos Reygadas es un autor complejo y exasperante, autor de la estridente “Japón, 2002” y de la pausada “Luz silenciosa, 2007” sobre una historia de amor en una comunidad menonita.
Otras películas interesantes son “Bella, 2006” de Alejandro Gómez Monteverde, “Morirse en domingo, 2006” de Daniel Gruener y la discutida y efectista “Conejo en la luna, 2005” de Jorge Ramírez Suárez.
Por su parte el veterano Arturo Ripstein entrega sus filmes “Así es la vida, 2000” emocionante y creíble versión libre de Medea y “La perdición de los hombres, 2000” inteligente exhibición de humor negro.
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