viernes, 12 de marzo de 2010

Uso de la carne en los días de Cuaresma

Recuerdo que de niño mi madre guardaba celosamente la regla de no comer carne los viernes de cuaresma. En su mesa nunca encontrarías producto cárnico alguno en esos días de luto oficial del placer. Todavía hoy mantiene con entusiasmo esa tradición asentada en lo más profundo de sus mecanismos psíquicos.
La carne fue la gran ausente de la dieta de varias generaciones de personas que debían acudir al pan y al tubérculo como base alimenticia. No comer carne en días señalados se convertía en una especie de ofrenda religiosa a ese dios malencarado de las carestías y las ausencias.
La austeridad nutritiva se combinaba, me imagino con el consumo de otro tipo de carnes.

No se si por herencia genética o cultural me he visto abocado en múltiples ocasiones a prescindir de la carne en contra de mi voluntad. Esa abstinencia ha provocado en innumerables ocasiones que haya acudido a engullir carnes con auténtica compulsión. Desde el jamón al pastel de carne costó mucho comportarse comedidamente y aprender a dominar el instinto de saciarse con desmesura. Así que he recibido como herencia un colesterol disparado y una indisciplina terrible cara a hacerme vegetariano.
Esa misma inercia genética o cultural me llevó a prescindir de otros contactos carnales en contra de mi voluntad. Esa abstinencia ha provocado en innumerables ocasiones que haya acudido a aprehender la carne con auténtica compulsión. Desde la muslos fríos al sexo cocido a fuego rápido costó mucho comportarse comedidamente y aprender a dominar el instinto de saciarse con desmesura. Así que he recibido como herencia un ardor genital disparado y una indisciplina terrible cara a practicar el celibato.
Con todo, cuan maravilloso se me aparece el recuerdo de aquel primer viernes de cuaresma desnudo y rijoso junto a ella, comiendo cordero y entregado a la lujuria como un cerdo (o comiendo cerdo y entregado a la lujuria como un cordero, ya no consigo acordarme con precisión).
Y es que no hay nada como hacer uso de la carne en los días de lujuria, quiero decir, de cuaresma.