miércoles, 30 de diciembre de 2009

La defensa de Pedro Gori (2)

Estos son algunos parrafos pronunciados por Pedro Gori, en defensa de la anarquía y la crítica al Estado y la propiedad privada. Su elección ha sido al azar y recomiendo su lectura íntegra.

"La cuestión social, que es tan antigua como el antagonismo entre dominados y dominadores, atraviesa hoy el período agudo, y una solución (que algunos desean pacífica, otros creen será inevitablemente violenta) se impone al viejo mundo en bancarrota"
"¡Ah! Si yo os leyera, representantes de la ley, las vehementes invectivas que aquellas almas rebeldes que fueron los santos padres de la iglesia, lanzaron contra los ricos, acaso os sentiríais impulsados a imitar a vuestro colega y superior, el Fiscal de Milán, que en un periódico a vosotros adicto, se complació en recriminar las opiniones de los santos sobre la riqueza y la propiedad privada, opiniones en dicho periódico reproducidas del libro de Laveyele, que a la vista tengo,"El Socialismo Contemporaneo", y que principia con una insolente definición de San Basilio: "el rico es un ladrón", y termina, después de formular los mas terribles improperios contra los privilegiados de la tierra, con esta comunística consideración San Clemente: "En buena justicia todo debería pertenecer a todos. Es la iniquidad la que hizo la propiedad privada." Y Laveleye, que fue un ferviente socialista cristiano..."

"Y ya que el Fiscal, a propósito de la anarquía, ha dicho tantas cosas estupendas, por inexactas, ya que ha incurrido en tantas inverosimilidades, escuchad un momento lo que sobre el particular ha dicho un filósofo auténtico, Juan Bovio, al cual, en nombre del colegio de defensores, del cual formo parte nominalmente, envío un reverente saludo. En su magistral libro "La doctrina de los partidos de Europa", escribe: "Ya que la revolución, para cumplir la misión que su ciclo la destina, se presenta como social, el partido revolucionario por excelencia debe ser anárquico; debe presentarse no como adversario de ésta o aquélla forma de Estado, sino de todo el Estado, porque allí donde ve al Estado, ve privilegios y miserias, ve dominadores y súbditos, clases directoras y clases desheredadas, ve política y no justicia, ve códigos y no derechos, ve cultos dominantes y no religiones, ejércitos y no defensas, escuelas y no educación, ve el extremo lujo y la extrema carencia; y todo pontífice, rey, presidente, directorio, dictador, tal es siempre el Estado; divide, en dos partes la comunidad, y allí donde más divide, con uno u otro nombre, más domina. Orgulloso y altanero con los súbditos, envidioso con el vecino, el Estado es la opresión dentro y la guerra en el exterior. Bajo el pretexto de ser el órgano de la seguridad pública, es, por necesidad, despojador y violento; con el pretexto de custodiar la paz entre los ciudadanos y las partes, es el provocador de guerras vecinas y lejanas. Llama bondad a la obediencia, orden al silecio, expansión a la destrucción, civilización al disimulo."
"Anárquico es el pensamiento y hacia la anarquía va la historia."
"De ahí el atrevimiento y mal comprendido concepto de la anarquía: libertad de las libertades"

"Y ahora, señores del Tribunal, juzgadlos ya vosotros. Decid si es delito reclamar para los desheredados su parte de felicidad, si es criminosa su misión de libertad, de paz, para la cansada raza humana"


---La anarquía ante los tribunales--- de Pedro Gori. Edicion de "El Combate Sindicalista". Paris, 1974.

sábado, 26 de diciembre de 2009

La defensa de Pedro Gori (1)

En los meses de mayo y junio de 1894 se celebró en Génova un juicio masivo contra 35 acusados. Estudiantes, artistas y obreros. Todos ellos se encontraban en la sala de vistas encerrados en una jaula y ampliamente protegidos por un doble cordón de gendarmes, bayoneta en mano.
La acusación común a los 35 encausados -capitaneados por Luis Galleani- era la de pertenecer al movimiento anarquista o anarco-socialista, implicando en consecuencia una grave amenaza para la sociedad. En méritos del artículo 248 del código penal se les acusaba de diversos delitos contra la administración de justicia, la fe pública, la incolumidad pública, las buenas costumbres, el orden y las familias, las personas y la propiedad.

La tarde del día 2 de junio de 1894, en una sala con sus tribunas abarrotadas de público, entre ellos abogados, magistrados y estudiantes, tomó la palabra el abogado de la defensa, Pedro Gori, que unos días antes había sido absuelto del delito de pertenencia a banda anarquista, probablemente para que pudiera ejercer la defensa de aquellos 35 bandidos.

Su discurso ante el tribunal fue de una emotividad asombrosa; se declaró a sí mismo socialista anarquista, acusó de hipócrita al orden burgués que los juzgaba estableciendo un paralelo extraordinario entre ellos y Jesucristo, y enunció dichos de los padres de la iglesia que asombraron al público. Culpó a la sociedad opresora que perseguía a aquellos obreros luchadores de intentar perpetuar un régimen profundamente injusto. Habló de cambiar el mundo. Habló de una sociedad en la que unos pocos disfrutaban a su antojo de las tierras, de los bienes producidos, de los lujos, mientras una gran mayoría apenas podía mantener a sus familias. Habló de la necesidad de cambiar esa situación. Argumentó que también la libertad requería de libertad. Habló de anarquía.
La base jurídica de su alegato fue que se acusaba a aquellas personas de un delito intencional, sin que nada hubieran hecho más que ser anarquistas. La prohibición de castigar por meras intenciones ya existía en el código penal de la Italia de finales del siglo XIX.

La belleza de ese discurso aún me conmueve. Cuando terminó su exposición los aplausos fueron ruidosos y prolongados y el presidente del tribunal no pudo reprimirlos. Una multitud gritaba en la calle ¡vivan los malhechores amados!

Todavía hoy el discurso de Pedro Gori es usado como manual por los herederos del movimiento socialista anarquista, para practicar la defensa de los acusados de revolucionarios por el orden burgués.

No puedo sino recomendar su lectura, aunque no me resisto a volcar a este blog unos extractos de su contenido.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Algaradas climáticas

No cabe duda de que los científicos afirman que nos encontramos ante un cambio climático en el planeta, de consecuencias impredecibles. Desconozco el grado de verdad que esconden las afirmaciones cataclísmicas acerca de mutaciones irreversibles sobre la faz de la tierra, los océanos, los polos y la atmósfera. Desconozco incluso el grado de influencia que la actividad humana -su constante maltrato de los recursos naturales y la degradación que provocan sus residuos- pueda tener en la cristalización de esa crisis climática. Algunos científicos expresan que el posible cambio se debe exclusivamente a la existencia de ciclos geológicos naturales en las edades de la tierra.

La desertización provocada por la tala de árboles y la sobreexplotación de los recursos hídricos, las emisiones masivas de CO2, el consumo desmesurado de energía y la inversión atroz de insumos en su generación, el efecto invernadero provocado por la emisión de gases, el agotamiento de especies animales, especialmente marinas, la roturación excesiva de tierras para producción de alimentos, los vertidos de petróleo y de sustancias metálicas en las extracciones mineras, los residuos nucleares y un amplio etcétera de acciones humanas -o derivadas del comportamiento colectivo de la sociedad humana- pueden no tener nada que ver con el fenómeno denominado cambio climático.

Carezco de nociones científicas para hacer aseveraciones rotundas en uno u otro sentido, pero lo que parece obvio es que los fenómenos que he citado ocurren. Suceden cada día, semana tras semana, mes tras mes. Y no cabe duda que forman parte del modo de vida de las sociedades humanas de este mal llamado siglo XXI.

La cuestión no es tanto si vamos a provocar un cambio de ciclo geobiológico autodestructivo; no tengo problema alguno al respecto. Nunca he albergado duda alguna de que el animal humano es un depredador sin límites, que actúa como tal, y que por tanto es incapaz de frenar su proceso de canibalismo socio-planetario, cuya especialidad es haber establecido una cadena de predación sobre manadas menos sofisticadas o poderosas. La cuestión tampoco se centra en si la especie será capaz de construir una ética universal asentada en un cambio de relación con el medio natural que conduzca al planeta hacia la paz biológica y medioambiental y permita el desarrollo natural de los procesos geológicos. Doy por descontado que eso es imposible. A lo más que podemos aspirar es a crear una conciencia que será útil para unos cuantos. Podremos asentar algunas prácticas cotidianas en ese sentido. Pero nunca triunfó una ética universal basada en la defensa del colectivo ya que los predadores más poderosos siempre tuvieron capacidad para imposibilitar su teoría, su praxis y su extensión crítica.

La cuestión reside por tanto en apreciar la incontinencia. En entresacar los entredichos. En concatenar los contrasentidos para poder un día no lejano regresar a una tribu autosuficiente en la que construir una atalaya para disfrutar del irreversible proceso de desaparición de la especie humana. He aquí algunos de los dogmas del mundo actual: crecimiento económico igual a progreso, rechazo de las corrientes neomaltusianas, ausencia de ética en el trasiego de capitales -paraisos fiscales incluidos-, la insoportable liviandad de las mil familias que controlan el planeta. La brutalidad que implican esos dogmas se escapa incluso a la comprensión que podamos tener del mundo. La brutalidad de la asepsia ética del mundo en que vivimos no es siquiera perceptible por los sentidos ni imaginable por la razón. Esa brutalidad criminal, y paroxísticamente palpable, no puede ser contemplada sin provocar un estallido de la masa cerebral. No cabe duda que esa brutalidad nos acerca y de qué modo, al carácter del dios monoteísta que merodea por la humanidad encarnando el ideal de predación.

Solo puedo decir una cosa más: "Yo no valgo mucho, pero es fácil comprender que los problemas de tres pequeños seres no cuentan nada en este loco mundo"

martes, 8 de diciembre de 2009

Cine de barrio: Malditos bastardos

Viendo el poder actual de la iglesia, viendo cómo Zapatitos se pliega y esconde ante papá Rouco, temiendo sus exabruptos y manifestaciones, no me queda otra que quitarme el sombrero y reconocerles una maestría en el arte del poder y el crimen sin igual en la historia de los bichos humanos. Ahí los tienes, más de 1700 años de crímenes, de corrupción, de apoyo rastrero al poder y mecanismo indispensable e inherente a él. La institución criminal más antigua de la historia, ríete de los pardillos de la mafia, aprendices tardíos de los grandes maestros vaticanos. Los grandes administradores del miedo. Buuuuuh, que viene el demonio, tontolabas, buuuhhhh, haced lo que os diga, buuuuhhhh...

Puedo entender que el miedo a la muerte arroje al bicho humano a la idea de Dios, a trascender, a necesitar creer para vivir mejor. Oye, cada cual. Les recomendaría unas cuantas drogas que le van a dar los mismo resultados y además sin contraindicaciones, pero bueno, no es mi problema. Vive y deja de dar por culo.

Lo que ya no entiendo es que este bicho antropomorfo con ínfulas de semidiós elija como guía moral unas ideas y unas instituciones déspotas que han dedicado su existencia a esquilmarlo física y moralmente. Un breve recorrido por su historia nos los presenta asesinando a los cristianos disidentes en sus inicios, implantando una teocracia yihadista en la Edad Media, masacrando a los indígenas americanos, peleando por sostener los privilegios del Antiguo Régimen y de los monarcas absolutos, luchando para frenar las ideas de libertad, razón, progreso en la Ilustración y apoyando a todas las dictaduras genocidas del siglo XX, entre otras, a la de nuestro tío Paco.

Cualquier otra institución habría sido barrida con el cambio de acontecimientos pero ellos no. Ahí siguen, erigiéndose en bastiones de la moral y tratando de imponer a los demás unas ideas que ellos jamás cumplieron. ¿No tenemos memoria? Parece ser que no.

Hasta cuando vamos a seguir pagando a tipejos que dicen a crías de 16 años que los homosexuales son unos enfermos o que mi alumna que abortó el año pasado es una criminal. El mundo al revés.

Pero claro, yo soy un radical. Ellos no, ni los millones que callan ante el padrino Ratzinger y sus secuaces.

Así va el mundo, y así lo toleramos.

Por lo que hablamos, interesante Karlheinz Deschner:

  • Historia criminal del cristianismo.
  • El credo falsificado.
  • Historia sexual del cristianismo.

PD. Rata, los franceses, kagonto y salud.

viernes, 4 de diciembre de 2009

El magnetismo del polluelo

Nunca fue suficiente tentar a la suerte para que la misma cayera de mi lado. La suerte no es un factor apriorístico, uno no puede contar con que aparezca en un punto de la trayectoria y te ayude a eyectar tus efluvios. Además la percepción de la suerte no siempre resulta objetiva. Y más aún si la pautamos temporalmente.
Ganar la lotería puede considerarse un signo de suerte. Sin embargo y con el tiempo uno puede concatenar una serie de acontecimientos desgraciados que le hagan percibir que la lotería fue en realidad la desencadenante de una cadena de infortunios. Lo mismo puede decirse de descubrir petróleo en Guinea Ecuatorial.
La causalidad también es conocida a veces como suerte. Sin embargo son los actos que acometo los que provocan los eventos futuros y no un sino concertado. Si aquel día conocí a aquella mujer fue porque fui a aquel sitio por una serie de motivos lógico-conscientes o aleatorios. El que ella se hallara en mi punto de destino trae su causa de que ambos fuimos allí. ¿Puede llamarse a eso suerte? En caso afirmativo no dejaríamos de estar ante una percepción extremadamente subjetiva del devenir de los aconteceres.
La casualidad también suele asociarse a la suerte. De las incontables casualidades que sufrimos a lo largo de los días solo denominamos suerte a aquellas que nos aportan un beneficio o un placer. Es injusto, pero lo consideramos suerte. Encontrarse con un conocido en el supermercado nos deja indiferentes. Si nos encontramos con una ex-pareja sentimental sin embargo, aludiremos a la existencia de buena o mala suerte en función de como acabara aquella relación y del cariño que subsista.

Son innumerables los tratados que se han escrito sobre el azar, el caos y la suerte. La suerte aparece a veces envuelta en un halo de negrura, como una conspiración de casualidades, configuradora de un destino preescrito y prescrito.
En ese contexto -de leyenda negra- es donde se suele insertar la historia del polluelo, de ese tipo recién llegado a un lugar nuevo al que parece salirle todo al revés; como si un extraño magnetismo le atrayera hacia las situaciones que evidencian su inexperiencia o lo abocan al ridículo público o privado.
Yo siempre he sido uno de esos polluelos con nefasta suerte (o concatenación de casualidades) para mis debuts institucionales o sociales. Siempre he gozado de un magnetismo exarcerbado para con la mala suerte de comenzar nuevas empresas.
Dos ejemplos. El primer día de Instituto, en la primera clase, fui expulsado a los dos minutos por un comentario inoportuno que casualmente escuchó la profesora.
Nada más iniciar la Universidad se me acercaron unos tipos, e ingenuamente trabé relación con ellos, creyendo que reportarían grandes emociones a mi vida. Y fíjate por donde aquel magnetismo de polluelo arrojó hacia mí a un ser ratuno y a un abuelo pseudo-uruguayo que me persiguen hasta la muerte y centran el núcleo gordiano de mis más siniestras y huesudas pesallidas.
A veces escribo sobre la suerte sin creer en ella y sin ser consciente de que conservo intacto ese magnetismo de polluelo embadurnado de sus aciagas consecuencias.