miércoles, 12 de octubre de 2011

Cine latinoamericano de la última década

El cine argentino ha mostrado una vitalidad apabullante en la última década, empujado por un puñado de autores de personalidad acusada, guiones plagados de ingenio y una originalidad en los planteamientos de los temas universales difícil de encontrar en otras latitudes, dando la razón a Welles de que de toda crisis emerge el genio creativo. De entre esos autores cabe destacar a Adolfo Aristarain, Juan José Campanella y Marcelo Piñeyro.
            El genio de Adolfo Aristarain se asienta sobre unos guiones precisos y sublimemente escritos que dibujan una sintaxis cinematográfica que no deja lugar a la improvisación o a un alejamiento del mensaje y que encuentra en Federico Luppi su actor fetiche. Tras sus clásicos “Tiempo de Revancha, 1987”, “Últimos días de la víctima, 1992”, “Un lugar en el mundo, 1992” y “Martín (Hache), 1997” entrega la emocionante “Lugares comunes, 2002” y la entrañable “Roma, 2004”.
            Juan José Campanella es sin duda uno de los grandes directores del cine contemporáneo. Tras sus inicios en Estados Unidos, dirige en Argentina y apoyado en su propio actor fetiche, Ricardo Darín, su trilogía no buscada,  integrada por la obra maestra “El mismo amor, la misma lluvia, 1999” sobre una convulsa historia de amor y periodismo con el trasfondo de las tres últimas décadas de la historia argentina, “El hijo de la novia, 2001” conmovedora historia sobre los sueños irrealizables con unos diálogos plagados de humor y dramatismo y “Luna de Avellaneda, 2004”, precioso relato sobre el compromiso con el entorno. También entrega “El secreto de sus ojos, 2009”, imborrable y magistral filme asentado en un guión extraordinario, una historia cautivadora y con unos excepcionales Ricardo Darín y Soledad Villamil.
            Marcelo Piñeyro envuelve sus filmes de un sentido trágico y si bien sus resultados son irregulares, su cine no deja indiferente. Películas como “Plata quemada, 2000”, “Kamchatka, 2000” o “El método, 2005”, resultan interesantes.
            Entre los veteranos cabe destacar a Eliseo Subiela que entrega “El resultado del amor, 2007” y a Luis Puenzo que realiza la sugerente “La puta y la ballena, 2004”. Por su parte Eduardo Mignogna dirige “La fuga, 2001”, “Cleopatra, 2003” y “El viento, 2005”, películas que no consigue redondear.
            La producción argentina ha presentado otras películas de interés. Carlos Sorín, creador de un cine minimalista es autor de “Historias mínimas, 2002”, “Bombón, el perro, 2004” y “El camino de San Diego, 2006”. Tristan Bauer, autor del extraordinario documental “Cortázar, 1994” entrega la precisa “Iluminados por el fuego, 2005” sobre la guerra de las Malvinas y el documental “Che, un hombre nuevo, 2010”. Fabián Bielinsky es autor de la fantástica “Nueve reinas, 2000” con guión plagado de giros ingeniosos y un extraordinario Ricardo Darín, actuación que repite bajo la misma dirección en “El aura, 2005”.
            En el género de la comedia destaca la figura del actor Diego Peretti que, con un personaje de inspiración woodyalleniana, ha intervenido en varias comedias deliciosas entre las que destacan “Nos sos vos, soy yo, 2004” y “¿Quién dice que es fácil?, 2007”, ambas de Juan Taratuto y “Tiempo de valientes, 2005” de Damián Szifrón.
           
            El cine brasileño ha presentado una serie de filmes de alto interés, mostrándose como una cinematografía incipiente con una proyección prometedora. Los éxitos internacionales de “Ciudad de Dios, 2002” de Fernando Meirelles, brutal historia de narcos en una favela con estética de videoclip, de “Estación central de Brasil, 1998” y de “Diarios de motocicleta, 2004”, sobre el joven Che, ambas de Walter Salles y de “Tropa de élite, 2007“ y “Tropa de élite 2, 2010” ambas de José Padilha, han captado la atención internacional.
            Meirelles y Salles han probado suerte en el extranjero con resultado diferente. Meirelles firma la británica “El jardinero fiel, 2005” sobre la novela de John Le Carré y la canadiense “A ciegas, 2008” sobre José Saramago. Mientras, Salles firma en Estados Unidos la mediocre “La huella (Dark Water), 2005”, regresando a Brasil para dirigir la efectiva “Línea de pase, 2008”.
            Otros filmes resultan interesantes, así, “Última parada, 174, 2008” de Bruno Barreto, “La mala hora, 2004” del veterano director del Cinema Novo Ruy Guerra, “La casa de Alicia, 2007” de Chico Teixeira, “El año que mis padres se fueron de vacaciones, 2006” de Cao Hamburger o “El cielo de Suely, 2006” de Karim Ainouz.
            En Colombia, también encontramos figuras de atesorado valor poético. Sergio Cabrera, autor de la deslumbrante “La estrategia del caracol, 1993” firma la interesante “Perder es cuestión de método, 2004” y Víctor Gaviria, director de la inolvidable, extraordinaria “La vendedora de rosas, 1998” presenta “Sumas y restas, 2004”. Hasta Colombia llegan el franco-suizo Barbet Schroeder para dirigir la dura “La virgen de los sicarios, 2000” y el estadounidense Joshua Marston para rodar “María, llena eres de gracia, 2004” con una impagable Catalina Sandino, intensa historia sobre el drama personal que se esconde tras los correos de la droga. También cabe reseñar los filmes “Soñar no cuesta nada, 2006” de Rodrigo Triana y “Satanás (Perfil de un asesino), 2007” de Andrés Baiz.
            En Bolivia destaca la figura de Marcos Loayza, heredero de Jorge Sanjinés, que firma películas de indudable interés como “Cuestión de fe, 1995” y “El corazón de Jesús, 2003”. Asimismo es responsable del premiado documental “El estado de las cosas, 2007” sobre los terribles padecimientos de la población indígena.
            En Perú, el gran Francisco Lombardi continúa entregando películas magníficas, así su comedia sobre Vargas Llosa “Pantaleón y las visitadoras, 2000” y su sensacional relato sobre un grupo de periodistas de sucesos “Tinta roja, 2000”.
            En Chile, cabe destacar la figura de Andrés Wood, realizador de acusada personalidad que entrega los imprescindibles films “Machuca, 2004”, “La buena vida, 2008” y “Violeta se fue a los cielos, 2011” biopic de la gran cantante Violeta Parra. Boris Quercia es autor de la entretenida comedia “Sexo con amor, 2003” y el veterano Raoul Ruiz de la original “Días de campo, 2004” y de “Misterios de Lisboa, 2010”.
            En Uruguay destaca el interesante aunque discreto filme “Whisky, 2004” de Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll.
            En Venezuela, Luís Alberto Lamatta, director de la afamada “Jericó, 1990” entrega las curiosas “Miranda regresa, 2007” y “El enemigo, 2008”.  Alejandro Bellame es autor de “El tinte de la fama, 2008” y Jonathan Jakubowicz dirige “Secuestro Express, 2005”.
            En Cuba, Juan Carlos Tabío, codirector de la mítica “Fresa y chocolate, 1993”, es responsable de la divertidamente surrealista “Lista de espera, 2000” y Humberto Solás entrega “Miel para Oshun, 2001”.
            El cine mexicano, por último, también ha acreditado una vitalidad creciente. Apoyado en una nueva generación de directores de pulso firme y en ocasiones rabia desaforada, se han sucedido directores como Alejandro González-Iñárritu, quién teniendo como guionista a Guillermo Arriaga, debuta con la desmedida “Amores perros, 2000”, a las que siguen dos filmes estadounidenses, la sólida “21 gramos, 2003” y la efectista “Babel, 2006”. Separado de Arriaga entrega la mediocre “Biutiful, 2010”. Alfonso Cuarón es autor de “Y tu mamá también, 2001” y de la sobrevalorada producción británica “Hijos de los hombres, 2006”. Carlos Reygadas es un autor complejo y exasperante, autor de la estridente “Japón, 2002” y de la pausada “Luz silenciosa, 2007” sobre una historia de amor en una comunidad menonita.
            Otras películas interesantes son “Bella, 2006” de Alejandro Gómez Monteverde, “Morirse en domingo, 2006” de Daniel Gruener y la discutida y efectista “Conejo en la luna, 2005” de Jorge Ramírez Suárez.
            Por su parte el veterano Arturo Ripstein entrega sus filmes “Así es la vida, 2000” emocionante y creíble versión libre de Medea y “La perdición de los hombres, 2000” inteligente exhibición de humor negro.

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