martes, 11 de octubre de 2011

Cine español de la última década

             El cine español, eternamente en crisis, ha dejado en estos últimos años un ramillete de películas brillantes e innovadoras, salpicando una producción por lo general mediocre. El difícil equilibrio entre éxito comercial y calidad cinematográfica ha sido conseguido por apenas un puñado de cineastas entre los que destacan Pedro Almodóvar, Alejandro Amenábar y Fernando León de Aranoa.
            El universo de Pedro Almodóvar ha evolucionado en el sentido de abordar otros géneros sin abandonar su estilo efectista, transgresor y decididamente visceral. En esta década ha entregado dos obras discutibles pero magistrales como “Todo sobre mi madre, 2000” y “Hable con ella, 2002”, y la extraordinaria “Volver, 2006” con una sobresaliente Penélope Cruz, junto con obras de menor vuelo como “La mala educación, 2004”, “Los abrazos rotos, 2009” y “La piel que habito, 2011”.
            Alejandro Amenábar también ha recorrido diferentes géneros desde su inicio con la eficiente pero sobrevalorada “Tesis, 1996”. En esta década ha dirigido la insustancial “Los otros, 2001”, la obra maestra “Mar adentro, 2004”, agitada reivindicación de la eutanasia con un sublime Javier Bardem y la entretenida “Ágora, 2009”.
            Fernando León de Aranoa es el cineasta que mejor ha aplicado a sus  hiperrealistas filmes de denuncia social una dosis de magia. Su realismo mágico tan bien filmado en “Familia, 1996” y “Barrio, 1998” es llevado a su máxima expresión con la dramática pero delirante “Los lunes al sol, 2002”, clásico moderno del cine español con unos sensacionales Javier Bardem y Luis Tosar. Sus posteriores “Princesas, 2005” y “Amador, 2010” resultan interesantes aunque inferiores.
            Por el camino del realismo con sello propio, el cine español ha encontrado algunas películas notorias como la brillante “La soledad, 2007” de Jaime Rosales, la emotiva y contundente “Solas, 1999” de Benito Zambrano, autor también de la entretenida y maniquea “Habana Blues, 2005”, la sobrecogedora “Te doy mis ojos, 2003” de Icíar Bollaín, autora a su vez de la entrañable “Flores de otro mundo, 1999” y de “Mataharis, 2007”, el documental “En construcción, 2001” de José Luís Guerín, “El bola, 2000” de Achero Mañas o la sorprendente y espeluznante “Camino, 2008” de Javier Fesser.
            El cine de género ha proliferado abundantemente en esta década, prodigándose las comedias costumbristas de escaso o nulo interés al estilo de “El otro lado de la cama, 2002” de Emilio Martínez Lázaro o la infumable serie de Santiago Segura sobre su personaje Torrente, de gran éxito comercial. El cine de terror también ha experimentado un auge notable, con filmes como “Los sin nombre, 2000” y “Rec, 2007” de Jaume Balagueró, la segunda dirigida en compañía de Paco Plaza, “El orfanato, 2007” de Juan Antonio Bayona, “El espinazo del diablo, 2001” y “El laberinto del fauno, 2006” ambas de mexicano Guillermo del Toro, “Enterrado, 2010” de Rodrigo Cortés... En general se trata de filmes irregulares a los que Alex de la Iglesia añadirá la desmesura en sus sobrevaloradas “La comunidad, 2000”, “Los crímenes de Oxford, 2008” y “Balada triste de trompeta, 2010”.
            En el terreno del thriller se ha impuesto la figura de Enrique Urbizu, autor de las sólidas “La caja 507, 2002”, “La vida mancha, 2003” y “No habrá paz para los malvados, 2011”.
            En el cine de reconstrucción histórica destaca la entretenida “Alatriste, 2006” de Agustín Díaz Yanes que lleva a la pantalla el personaje de Arturo Pérez Reverte. Con peores resultados Vicente Aranda entregó “Juana la Loca, 2001” y “Tirante el blanco, 2006” y Emilio Martínez Lázaro “Las 13 rosas, 2007”. Tampoco cuajaron con acierto las adaptaciones al cine de “Los girasoles ciegos, 2008” de José Luís Cuerda y de “Soldados de Salamina, 2003” de David Trueba. Sin embargo cabe destacar la conmovedora “La lengua de las mariposas, 2000“   del propio Cuerda y con un soberbio Fernando Fernán Gómez y la vibrante “Salvador, 2006“  de Manuel Huerga.
            Otras apuestas innovadoras han resultado la desesperada “Smoking Room, 2002” de Roger Gual y J. D. Wallovits, la imprecisa “Azuloscurocasinegro, 2006“  de Daniel Sánchez Arévalo, la interesante intriga “Incautos, 2003” de Miguel Bardem,  “La flaqueza del bolchevique, 2003” de Manuel Martín Cuenca y el apabullante drama carcelario “Celda 211, 2009“ de Daniel Monzón, con un hipnótico Luis Tosar.
            El veterano José Luís Garci ha entregado sus personales “You´re de One, 2000”, “Historia de un beso, 2002” y “Tiovivo C. 1950, 2004”  apelando a un clasicismo ya obsoleto. Otro veterano, Fernando Trueba junto a Javier Mariscal dirigen el film de animación “Chico y Rita, 2010”. Montxo Arméndariz pone en escena una historia de maquis en “Silencio roto, 2001”.
            Por último cabe citar las sobrevaloradas filmografías de una serie de directores con obras que en su conjunto resultan aburridas. Isabel Coixet dirige “Mi vida sin mí, 2003”, “La vida secreta de las palabras, 2005”, “Elegy, 2008” o “Mapa de los sonidos de Tokio, 2009”, películas de sólido planteamiento pero con un desarrollo desesperante. El reputado Julio Medem es autor de las pésimas “Lucía y el sexo, 2001”, “Caótica Ana, 2007“ y “Habitación en Roma, 2010”. Gracia Querejeta entrega la aburrida “Siete mesas de billar francés, 2007”, Cesc Gay las interesantes pero inconsistentes “Krámpack, 2000”, “En la ciudad, 2003” y “Ficción, 2006”   y Agustí Villaronga las fallidas “El mar, 2000” y “Pa negre, 2010”.

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