sábado, 24 de octubre de 2009

El futuro no es presente

Curioso planteamiento el que hace la serie Flash Forward (Fox) acerca del juego del tiempo, el presente y el futuro. La idea matriz de la serie resulta interesante si bien su desarrollo dramático es pésimo. Imagemos que por un momento podemos tener una visión de 137 segundos de lo que nos va a ocurrir dentro de seis meses, y que esa visión la tenga toda la humanidad al unísono.
La primera pregunta que surge es si el futuro existe. O más bien si llegará a existir. Y en caso de que llegue a existir, ¿puede que el hecho de conocerlo previamente modifique su desarrollo? ¿La modificación de su desarrollo sería automática -al estilo del principio de incertidumbre-?
La cuestión está mucho más trabajada respecto del pasado. Sabemos que el pasado no puede ser cambiado desde el presente. Baste recordar la paradoja del padre y el hijo. Si el hijo pudiese viajar al pasado y matase a su padre, él no llegaría nunca a nacer. Entonces, si se pudiese cambiar el futuro, querría decir que el presente -que sería pasado respecto de ese futuro que ahora sería presente- es móvil y que al igual que está condicionado por el pasado, puede condicionar el futuro y de conocerlo, cambiarlo.
Un viaje al futuro no puede cambiar el presente, pero el conocimiento previo de esos hechos por llegar si puede modificar nuestro presente. Si puediese conocer que voy a morir accidentado dentro de seis meses, eludiría los hechos que me iban a llevar a ese accidente. ¿O no?
El presente es complejo. El futuro inexistente. El pasado imperforable. Pero no debemos olvidar que somos pasado respecto del futuro, luego sí hay una forma de cambiar el pasado, que es conocer el futuro...

Lo más triste de esta hipótesis es que si bien no conozco con exactitud mi futuro, sí que puedo preverlo con total nitidez. Entonces me pregunto, ¿estaré haciendo lo necesario para cambiarlo adecuadamente a mis deseos presentes? O acaso mis deseos futuros habrán cambiado tanto respecto de los actuales que ese triste horizonte que me prefiguro me parecerá una óptima forma de vivir la vida.

A fuer de conocer el sentido del tiempo, nada me gustaría más que un cambio en su flecha. Que un repentino y caótico acontecimiento físico provocara que el tiempo cambiase de dirección y volviésemos hacia atrás. Retornar a la Universidad, después a la adolescencia y más tarde al útero materno para morir ahí plácidamente alimentado.
A fuer de ratuno, tal vez fuese deseable.

1 comentario:

  1. Pues no sé, compañero. Lo de volver a los veinte años, pase. Sobre todo nosotros que ofrecíamos a la vida unos cuerpos turgentes y provocadores para las mujeres (bueno, la rata solo la polla). Pero lo de volver a la adolescencia ni de coña. Ahhh. Entavía macuerdo del dolor de güevos que las muchachas de nuestra generación nos regalaban. En cuanto al futuro, no sé, no sé. Sigo apostando por sobrevivir como se pueda hasta los 65 y a partir de ahí okupar la consulta de mi otorrino y montar un fumadero. Kagonto. Salud.

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