domingo, 25 de octubre de 2009

De películas, series y otras drogas


En tiempos lejanos, algunos fumábamos y todo, kagonto cien veces, un tipo de pelo hirsuto (no podía resistirme) invirtió sus exiguos recursos en un televisor gigante, un vídeo ochentero y, la estrella del mundo audiovisual del momento, el canal +. Gracias a ello descubrimos uno de los placeres que nos acompañarán hasta nuestra muerte: desmayarse ciego a politoxinas viendo los primeros/últimos/aleatorios minutos de una película.

Ahhh, ese mapa de Casablanca, jejejeje. Sólo Rafiki puede presumir de haber llegado a la Marsellesa, pero sospecho que es otra de sus mentiras pues sabe perfectamente que nuestra memoria jamás podrá refutar sus invenciones. Kagonto.

Depender de un tipo así para que te recuerde tu pasado. Eso sí que es terrorífico. Eso sí es una reflexión sobre el tiempo pasado y futuro. Lo que recordamos que pasó, ¿pasó?

Rata, estoy seguro que se lo inventa por las noches en su casa. Nos aturde con nombres y fiestas que ni nos suenan para hacernos creer que nuestro cerebro está agujereado por las drogas y la vida. De este modo su mente de supervillano reconstruye un pasado que jamás existió, afectando así a nuestro presente y sometiéndonos a sus perversos designios futuros, que no son otros que quitarnos nuestra bien merecida cadena de televisión privada.

Kagon tos los delfines sociatas.

Sobre los carteles ratuskianos de la foto hablaremos otro día.

1 comentario:

  1. El más ojeroso de los despechos es el memorístico. Culpar a los demás del alzheimer prematuro es una forma de masturbación onírica. Y no hay nada más duro que hallar a ciertos conocidos en el interior de uno de tus sueños, ahora terrores nocturnos

    ResponderEliminar